Las cruces rosadas representan en México a las víctimas de feminicidio.

En México, las mujeres no se sienten seguras

Gustavo Martínez Contreras
Las cruces rosadas representan en México a las víctimas de feminicidio.

En México, las mujeres no se sienten seguras

Mujer

Pese a la creación de leyes, el número de feminicidios va en aumento en México. Ante esa situación el Comité para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer ha emitido recomendaciones urgentes para que se frenen la violencia y la marginación que tienen en la mira a las mujeres y niñas mexicanas. Noticias ONU ha hablado con la madre de una de las víctimas y con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, entidad que colabora con ONU Mujeres.

Las mujeres en México corren muchos riesgos. 

Tan solo en la primera mitad de este año, cifras del Gobierno indican que al menos 402 fueron asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, delito que se conoce como feminicidio. Sin embargo, otras fuentes de ONU Mujeres, elevan a siete el número de feminicidios diarios.

La situación es tan alarmante que el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) de las Naciones Unidas ha pedido a México que “adopte medidas urgentes” para prevenir las muertes violentas, los homicidios y las desapariciones forzadas de mujeres.

Esas medidas deben abordar “las causas profundas de dicha violencia, incluida la violencia armada, la delincuencia organizada, el tráfico de drogas, los estereotipos discriminatorios, la pobreza y la marginación”.

La CEDAW ha reconocido los avances en materia legislativa y mecanismos de respuesta ante la crisis, pero no son suficientes.

La autoridad nuevamente vuelve a asesinar a nuestras hijas ya estando asesinadas por esa negligencia, por esas omisiones y por esa corrupción dejando los casos en la impunidad.

Los grupos de la sociedad civil empujan por un cambio mayor tanto en las estructuras de gobierno como en la sociedad misma, explicó María de la Luz Estrada, coordinadora ejecutiva del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, que colabora con ONU Mujeres.

“La violencia que vivimos de discriminación cotidiana la tienes ahí o la violencia doméstica que la autoridad no pudo prevenir, en eso puede haber un mayor control”, manifestó Estrada vía telefónica. “Pero seguimos reproduciendo esta cultura machista que no le da valor a las mujeres, que las considera cosas”.

Una cultura presente en todos los aspectos de la sociedad, incluida la justicia. 

El Observatorio indica que entre 2014 y 2017 al menos 8904 mujeres han sido asesinadas en México, pero apenas el 30% de esos casos fue investigado bajo los protocolos del feminicidio.

Y a decir de Estrada, no sólo es la violencia la que va en aumento, sino la saña con que estos crímenes se cometen. 

“Ve los últimos casos: Fue a comprar un elote y de ahí ya no volvieron a saber de la niña. La encontraron asesinada, violada”, dijo. “Niñas que no encuentras, que salieron a comprar tortillas y no regresan. Las asesinaron y no logras saber por qué y de unas maneras terribles”.

La larga lucha por la justicia

Irinea Buendía ha luchado durante ocho años por justicia por su hija asesinada.
Gustavo Martínez Contreras
Irinea Buendía ha luchado durante ocho años por justicia por su hija asesinada.

 

A través de ONU Mujeres, Noticias ONU ha tenido acceso Irinea Buendía, la madre de una de las víctimas.

A Irinea la telefoneaba su yerno para decirle que iba a matar a su hija y que nadie iba a tocarlo.

Mariana Lima, su hija de 29 años, se casó en diciembre del 2008 con Julio César Hernández Ballinas, funcionario público en el municipio de Chimalhuacán, enclavado en las márgenes de los interminables suburbios industriales que rodean a Ciudad de México.

Luego de 16 meses llenos de violencia doméstica, Hernández Ballinas cumplió su amenaza. A las 6:50 de la mañana del 26 de junio de 2010, el teléfono de Buendía timbró y desde el otro extremo de la línea su yerno le dijo que Mariana se había suicidado. 

“En esa ocasión yo pensé que otra vez estaba queriendo hacer sus bromitas en las que estaba acostumbrado”, recordó Buendía.
 
Pero la cosa iba en serio. Buendía fue a la casa en la que su hija vivía con su marido; al llegar la encontró muerta sobre la cama de su cuarto. Su cuerpo recién bañado presentaba golpes y rasguños, pero nada que le indicara que en efecto su “Marianita” se había colgado como alegaba Hernández Ballinas. 

Buendía se mantuvo serena ante tal escena y comenzó a analizar lo que tenía enfrente porque sabía que en ese momento comenzaba su lucha por justicia. Su peregrinaje de ocho años la ha llevado a enfrentarse a autoridades corruptas y negligentes; a aprender principios de criminalística para esclarecer las circunstancias de la muerte de su hija, y a encarar al que ella señala como responsable. 

“La autoridad nuevamente vuelve a asesinar a nuestras hijas ya estando asesinadas por esa negligencia, por esas omisiones y por esa corrupción dejando los casos en la impunidad”, comentó Buendía.

Sus esfuerzos comenzaron a rendir frutos en septiembre de 2013 cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación atrajo el caso al considerarlo ejemplar por la negligencia y omisiones que se presentaron durante la investigación. 

Dos años después, el máximo tribunal mexicano dictó una sentencia histórica que reabrió el caso y condujo a la aprehensión de Hernández Ballinas en 2016. Buendía aún tiene que acudir cada 15 días a un penal para presenciar las audiencias para dilucidar la suerte del acusado. 

Ni una más

Mujeres marchan en Ciudad de México para protestar en contra de los femenicidios.
ARCHIVO: Gustavo Martínez Contreras
Mujeres marchan en Ciudad de México para protestar en contra de los femenicidios.

 

De una manera trágica, Buendía ahora se ha convertido en el referente mexicano cuando se habla de feminicidios, algo que ella nunca deseó.

“Yo no hubiera querido estar en este lugar. Yo hubiera preferido que mi hija estuviera con vida. Yo no hubiera querido llegar como llegué por buscar justicia, porque finalmente el único que se ha exhibido es el sistema, la autoridad y el gobierno”, expresó. “Pero si voy a seguir gritando; siempre que alguna mujer, madre de víctima, hermana o quien sea me hable para gritar por justicia allí estaré porque eso es lo único que nosotras pedimos justicia y justicia”.

Tras las recomendaciones de la CEDAW, México tiene ahora dos años para mostrar avances tangibles en la lucha contra la violencia de género. Concretamente, explicó Estrada, el estado mexicano deberá trabajar en que el feminicidio sea reconocido como delito en cada uno de sus 32 estados. Actualmente, solo 19 entidades lo tipifican en sus códigos penales. 

“Veo esto más grave y más grave. Sin embargo, creemos que podemos avanzar con el apoyo de la comunidad internacional que nos acompaña y que vigile, que esté atenta al tema de violencia contra las mujeres. Eso nos arropa y nos da fuerza para decir que no solo somos unas cuantas familias u organizaciones, sino que también hay una mirada internacional que siempre nos ha ayudado para avanzar en los derechos de las mujeres. De lo contrario, creo que estaríamos peor”, finalizó Estrada.  
 
Producción Gustavo Martínez Contreras