Los migrantes y refugiados sufren violencia y abusos en las rutas hacia la costa mediterránea de África

Migrantes que fueron devueltos a tierra en Libia tras intentar cruzar el mar para llegar a Europa reciben el apoyo de trabajadores humanitarios de la OIM (foto de archivo).
OIM Libia
Migrantes que fueron devueltos a tierra en Libia tras intentar cruzar el mar para llegar a Europa reciben el apoyo de trabajadores humanitarios de la OIM (foto de archivo).

Los migrantes y refugiados sufren violencia y abusos en las rutas hacia la costa mediterránea de África

Migrantes y refugiados

Tortura, violencia física, detención arbitraria, muerte, secuestro, explotación sexual, esclavitud, trata, extracción de órganos, y expulsiones colectivas son algunos de los atropellos que encaran las personas que se desplazan en busca de seguridad o protección, revela un nuevo informe interagencial. También señala que en las rutas terrestres se registra el doble de muertes que en las marítimas.

Los migrantes y refugiados sufren formas extremas de violencia, explotación y muerte en las rutas marítimas y terrestres de África que conducen a la costa mediterránea del continente, alertó este viernes un informe conjunto de tres agencias especializadas.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Centro Mixto de Migración (MMC) destacaron las amenazas que enfrentan las personas durante su desplazamiento por tierra.

El estudio revela que esos migrantes y refugiados son altamente vulnerables y, a menudo, muy poco informados sobre los riesgos que implica la travesía que harán.

El enviado especial de ACNUR para el Mediterráneo Central y Occidental explicó que independientemente de su estatus, los migrantes y refugiados “enfrentan violaciones graves de derechos humanos y abusos a lo largo de la ruta”.

No podemos perder nuestra capacidad de indignarnos por este nivel de violencia”, dijo Vincent Cochetel.

Más muertes en el Sahara que en el Mediterráneo

Según el informe, elaborado con datos de tres años, hay más personas cruzando el Sahara que el Mediterráneo y el número de muertes de refugiados y migrantes en el desierto duplica a las que ocurren en el mar.

La publicación advierte además que cada vez son más las personas que intentan esos peligrosos viajes por tierra, y llama a las autoridades fronterizas de los países por donde cruzan las rutas a tomar medidas para protegerlas.

Los organismos afirmaron que el trayecto migratorio del Mediterráneo es una de las más letales del mundo.

El director de la Oficina de Coordinación para el Mediterráneo de la OIM, Laurence Hart, señaló que un número muy elevado de personas todavía corre el riesgo de emprender viajes muy peligrosos.

Un vehículo asiste a un grupo de migrantes perdidos en Djibouti.
© /AleOIMxander Bee
Un vehículo asiste a un grupo de migrantes perdidos en Djibouti.

Factores de desarraigo

“Obviamente, hay muchas personas que no quisieran desplazarse, pero que se ven empujadas por conflictos políticos o inestabilidad”, añadió Hart.

Entre los factores que obligan a la gente a desarraigarse se cuentan el deterioro de la situación en los países de origen y de acogida –como los nuevos conflictos en el Sahel y Sudán–, el impacto devastador del cambio climático y los desastres en emergencias nuevas y prolongadas en el Este y el Cuerno de África, así como el racismo y la xenofobia hacia los refugiados y migrantes.

El informe subraya las enormes carencias en materia de protección y asistencia a lo largo de la ruta del Mediterráneo central.

“La semana pasada nos enteramos de que 5000 personas murieron en la ruta del Atlántico hacia las Islas Canarias en los primeros cinco meses de este año, lo que supone un aumento del 700% en comparación con el mismo periodo del año pasado”, detalló Bram Frouws, director del Centro Mixto de Migración.

Añadió que si bien no hay cifras exactas, muchas otras personas mueren en las rutas terrestres, hasta la costa mediterránea, posiblemente más que en el mar.

No hay rendición de cuentas

Pese a los compromisos de la comunidad internacional de salvar vidas y abordar las vulnerabilidades de las personas en movilidad, el informe sostiene que no existe una rendición de cuentas por parte de los responsables de los abusos y peligros que sufren los migrantes y refugiados.

Los grupos criminales y los traficantes suelen cometer abusos terribles, pero los funcionarios estatales, como la policía, el ejército y los guardias fronterizos también tienen su cuota de atropellos.

“Sean quienes sean, cualquiera que sea su categoría, deben rendir cuentas. Sin embargo, por el momento, gran parte de esto sucede en una situación de impunidad casi total”, puntualizó Frouws.

Los organismos indican que las rutas de contrabando se están desplazando hacia zonas más remotas para evitar áreas de conflicto activo o controles fronterizos por parte de agentes estatales y no estatales, lo que somete a las personas en movimiento a riesgos aún mayores.

Tortura y explotación sexual

Los atropellos denunciados incluyen tortura, violencia física, detención arbitraria, muerte, secuestro para pedir rescate, violencia y explotación sexual, esclavitud, trata de personas, trabajo forzoso, extracción de órganos, robo, expulsiones colectivas y devolución.

El apoyo y el acceso a la justicia para los sobrevivientes de diversas formas de abuso rara vez están disponibles en cualquier lugar de las rutas, apunta el informe, citando un financiamiento inadecuado y restricciones al acceso humanitario. Este es particularmente el caso en lugares clave como los centros de detención informales y formales.

No obstante los desafíos, ACNUR, la OIM y sus socios, incluidas ONG y varios gobiernos, han intensificado los servicios de protección que salvan vidas y los mecanismos de asistencia, identificación y derivación a lo largo de las rutas.

Pero la acción humanitaria no es suficiente, insisten las agencias.

“Es importante analizar cómo regularizar o legalizar a los migrantes en los países de tránsito si es necesario, pero también más allá, en países europeos que precisen talento y mano de obra”, enfatizó Hart, argumentando que si bien la apertura de canales regulares no es la panacea, sí es “un facilitador, un pilar del que depende la gobernanza migratoria”.