En la reunión sobre el tema, auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los Ministros consideraron que el Tratado es vital para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, especialmente el que se refiere a la erradicación de la pobreza extrema y el hambre.

La reunión, que congregó a más de 70 países, envió un fuerte mensaje político de apoyo a la plena aplicación de las provisiones del Tratado y de su estrategia financiera, con la asignación efectiva de recursos para que éste pueda hacerse realidad.

En la declaración final, los Ministros se comprometieron asimismo a crear una mayor capacidad nacional en la conservación y uso sostenible de los recursos fitogenéticos.

Durante su intervención, el director general de la FAO, Jacques Diouf, solicitó la voluntad política necesaria para que la aplicación del Tratado pueda seguir avanzando, al calificarlo de “herramienta fundamental en los esfuerzos de la humanidad por poner fin al hambre y a la desnutrición”, cuya magnitud consideró inaceptable.

“Debemos reafirmar nuestra voluntad política de trabajar en beneficio de las generaciones presentes y futuras y nuestro compromiso de poner todo el empeño necesario para su plena y total aplicación”, dijo Diouf, al señalar como la actual generación se enfrenta al reto de alimentar a una población mundial que ascenderá a 9.000 millones de personas en el año 2050.