Los niños europeos subieron de peso durante la pandemia

Los padres y cuidadores juegan un papel crucial en la formación de los hábitos alimenticios de los niños.
© UNICEF/Zhanara Karimova
Los padres y cuidadores juegan un papel crucial en la formación de los hábitos alimenticios de los niños.

Los niños europeos subieron de peso durante la pandemia

Salud

El confinamiento y la educación en línea impuestos por la emergencia del COVID-19 causó una disminución de la actividad física y el tiempo al aire libre y aumentó el tiempo frente a pantallas, dando como resultado un mayor índice de obesidad entre los niños de siete a nueve años en Europa, revela un informe de la agencia sanitaria mundial.

El incremento de las tasas de obesidad entre los niños europeos de siete a nueve años en los últimos años está directamente vinculado con la pandemia de COVID-19, afirmó este miércoles la oficina en Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En un nuevo informe, la OMS advirtió que la pandemia puso de relieve la urgencia de abordar la obesidad infantil y sostuvo que los países europeos deben dar prioridad a la alimentación saludable y la actividad física para los niños en todas las etapas de desarrollo, lo que requiere una legislación integral, multisectorial y obligatoria que proteja a los niños en todo momento y en cualquier situación.

Para ello, recomendó restringir la comercialización y gravar los productos no saludables.

Abogó también por etiquetas nutricionales claras en los alimentos y por programas escolares para mejorar las dietas y promover la actividad física.

Cambios en la rutina diaria de los niños

El organismo explicó que la pandemia tuvo un gran impacto en la rutina diaria y los comportamientos de los niños en edad escolar, que disminuyeron sus actividades físicas y al aire libre, cambiándolas por más tiempo frente a las pantallas debido a los confinamientos y el cierre de las escuelas.

Estos cambios se reflejaron en el incremento de las tasas de niños con sobrepeso, señala el documento.

La agencia sanitaria de la ONU basó el estudio en los datos aportados por 17 países europeos donde se encuestó a 50.000 niños. 

Según esos datos, el 36% de los niños aumentó el tiempo viendo televisión, jugando juegos en línea o usando las redes sociales durante los fines de semana, y el 34% aumentó el tiempo frente a una pantalla recreativa los fines de semana.

Así, el 28% de los niños disminuyó sus actividades al aire libre entre semana  y el 23% las redujo los fines de semana.

En tanto, el consumo de comidas caseras subió un 30% y la compra de alimentos al por mayor un 28%.

La actividad física no estructurada mejora la salud de los niños y reduce la probabilidad de obesidad.
© UNICEF/Cybermedia
La actividad física no estructurada mejora la salud de los niños y reduce la probabilidad de obesidad.

Niños más tristes

Los efectos de esta alteración de las rutinas infantiles tuvieron un efecto negativo en la salud no sólo física, sino también mental de los niños.

La OMS destacó que el 42% de los niños dijo que bajó su sensación felicidad y bienestar, el 20% se sintió triste con más frecuencia, y el 25% se sintió solo con mayor frecuencia.

El asesor regional de la OMS para Nutrición, Actividad Física y Obesidad, Kremlin Wickramasinghe, se refirió con preocupación a los hallazgos de la investigación, entre los que resaltó una subida de los hábitos alimentarios poco saludables y el sedentarismo.

Sin embargo, Wickramasinghe subrayó los matices del estudio: “En algunos países hubo cambios positivos, como más familias comiendo juntas”, dijo.

Poco consumo de frutas y verduras

Agregó que no se pueden ignorar las tendencias perjudiciales en una región en la que uno de cada tres niños vive con sobrepeso u obesidad, y el consumo de frutas y verduras es bajo. 

“Espero que este informe haga sonar una alarma y nos impulse a tomar medidas urgentes para mejorar los patrones de nutrición y actividad física en Europa, especialmente creando entornos que respalden comportamientos saludables”, recalcó.

Por su parte, la doctora Ana Rito, una de las autoras del estudio, instó a los Estados a reflexionar sobre el tema con el fin de desarrollar planes que permitan abordar las futuras crisis minimizando los daños a la salud.