Alis (izquierda), Rosermarys (derecha) y Sofía son una familia venezolana que vive en Guyana y tiene un negocio de comida típica de su país.

La comida venezolana se da a conocer en Guyana gracias a migrantes emprendedores

IOM/Gema Cortés
Alis (izquierda), Rosermarys (derecha) y Sofía son una familia venezolana que vive en Guyana y tiene un negocio de comida típica de su país.

La comida venezolana se da a conocer en Guyana gracias a migrantes emprendedores

Migrantes y refugiados

Una pareja de venezolanos establecida en Georgetown hace cuatro años reconstruye su vida preparando comida típica de su país. Su negocio, abierto en plena pandemia, ha prosperado permitiéndoles cubrir sus necesidades y ayudar a su familia en Venezuela. En Guyana viven más de 119.000 venezolanos.

Alis y Rosemarys se levantan por la mañana para preparar comida venezolana y cumplir con pedidos. Antes de abrir su negocio e iniciar el día de trabajo, llevan a la escuela a su hija de siete años Sofía. “Hay muchas comidas sabrosas de Venezuela con el potencial de conquistar los paladares de Guyana”, explica Alis, graduado en administración y gestión y originario de Puerto Ordaz, el corazón comercial de la zona oriental de Venezuela, que ahora vive con su familia en Georgetown, capital de Guyana.  

Su viaje gastronómico comenzó durante el pico máximo de la pandemia. Sr. Tequeños comenzó oficialmente con sus actividades comerciales en 2020, en parte gracias al apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Guyana. Después de que Alis perdiera su puesto de trabajo en un restaurante en Georgetown, él y su esposa Rosemarys, decidieron poner la vista en la industria alimentaria y comenzaron con un pequeño negocio dedicado a la venta de tequeños, un palito de queso frito típico venezolano, que repartían a domicilio.  

Esta pareja forma parte del numeroso grupo de migrantes venezolanos que están reconstruyendo sus vidas en Guyana, cocinando y vendiendo comidas típicas de su país. “Sr. Tequeños nos ha brindado un medio de subsistencia digno, nos ha permitido pagar nuestra renta, cubrir nuestras necesidades y apoyar a nuestras familias en Venezuela”, explica Rosemarys, que anteriormente trabajaba como abogada y como técnica sénior en metalurgia y que ha tenido que reinventarse y aprender a cocinar.  

Después de haber publicado fotos de su pastelería casera en las redes sociales, pasaron de recibir tan sólo un par de pedidos a tener que hornear más de 600 tequeños por día, para clientes corporativos y buffets. Muy pronto su menú fue ampliado y empezó a incluir otros bocadillos venezolanos tradicionales hechos con harina de maíz tales como arepas, empanadas y pan. 

Tequeños, un bocadillo típico de Venezuela.
IOM/Gema Cortés
Tequeños, un bocadillo típico de Venezuela.

Promoción de emprendimientos 

El entorno humanitario creado por el Gobierno de Guyana para los migrantes de Venezuela ha facilitado programas de medios de vida que benefician a muchos migrantes en varias regiones a lo largo del país.

Alis había participado en un programa de apoyo a medios de subsistencia coordinado por la Organización Internacional para las Migraciones y dirigido a migrantes de Venezuela. Este programa capacitó a los migrantes seleccionados en finanzas y emprendimientos, tutorías y capital semilla para dar inicio o expandir sus pequeños negocios. El programa estimuló la cultura de los emprendimientos, empoderó a los migrantes para que se conviertan en agentes del cambio y facilitó su integración social y económica exitosa a Guyana. 

Desde que el programa comenzó en 2020 ha ayudado a más de 60 emprendedores migrantes a desarrollar las capacidades necesarias para poder sobrevivir y prosperar. “Estas capacitaciones están ayudando a los venezolanos en Guyana a incorporar las herramientas necesarias para la auto suficiencia y para contribuir con los países que los acogen”, dijo Fiona Stoll, Asistente de Programas en la OIM.   

Alis y Rosemarys pudieron asegurarse capital semilla que les permitió comprar una computadora, utensilios, insumos y otros materiales. “Este apoyo verdaderamente impulsó nuestro negocio: pudimos adquirir conocimientos para optimizar nuestro negocio y crecer gracias al nuevo equipamiento”, recuerda Alis.  

Para los migrantes estas oportunidades brindan una fuente vital de ingresos en períodos difíciles y crean esperanzas para el futuro. “Los emprendimientos no son una tarea fácil, pero tampoco es algo imposible de concretar. Si me preguntaran si quiero volver a ejercer la abogacía o seguir horneando, mi respuesta será que Sr. Tequeños es mi vida ahora”, dice Rosemarys mientras amasa unos pasteles.  

Los tequeños producidos por Rosemarys y Alis se entregan a una gran variedad de clientes.
IOM/Gema Cortés
Los tequeños producidos por Rosemarys y Alis se entregan a una gran variedad de clientes.

Aprovechando la esperanza a futuro  

Muchos migrantes consideran que las tortitas de maíz blanco son ideales como punto de apoyo en una nación extranjera a la par que se mantiene una tradición culinaria. Habiendo llegado en 2019 con muy pocos recursos pero mucha fe, Alis y Rosemarys pudieron, poco a poco, desarrollar una vida en su nuevo hogar, venciendo la barrera idiomática que tuvieron que enfrentar al principio.  

Varios de los clientes de Alis son venezolanos ansiosos por llevar a sus bocas un poco del sabor que les trae recuerdos de su hogar. Adoran la variedad de alimentos ofrecidos. Y día tras día también es posible ver más y más residentes locales que vienen a probar la comida venezolana. “Me dio un gran placer porque por muchos años no había probado comida venezolana tan buena”, dijo Ciro, un cliente habitual de nacionalidad venezolana. “La comida venezolana trasciende las fronteras, todo es muy sabroso aquí”, dijo Janeth, clienta colombiana.  

Alis, de Sr. Tequeños, entrega comida a un cliente.
IOM/Gema Cortés
Alis, de Sr. Tequeños, entrega comida a un cliente.

Volver a casa

Como muchos otros de los más de 19.000 migrantes venezolanos que están viviendo en Guyana, nación que comparte una frontera con Venezuela, Alis y Rosemarys son optimistas en cuanto al futuro y a trabajar incansablemente para poder concretar sus sueños. “A largo plazo, todos queremos retornar a Venezuela porque nuestras raíces están ahí; nuestros padres, hermanos, hermanas. Nuestro sueño es que el negocio familiar siga funcionando en Guyana mientras nosotros retornamos a Venezuela”, dice Rosemary con lágrimas de nostalgia. 

Esta historia fue escrita por Gema Cortes, Unidad de Prensa de la OIM, Oficina del Enviado Especial para la Respuesta Regional a la Situación en Venezuela.