Niños en una clase de ciencia en una escuela de Bol, una localidad de Chad afectada por el conflicto.

Educación: Los sueños infantiles viajan en postales enviadas desde el borde del abismo

UNICEF Chad/Nancy Ndal-lah
Niños en una clase de ciencia en una escuela de Bol, una localidad de Chad afectada por el conflicto.

Educación: Los sueños infantiles viajan en postales enviadas desde el borde del abismo

Cultura y educación

Soñar es inevitable, incluso o quizá más en tiempos de crisis. Una nueva campaña recoge sueños y ambiciones garabateados con urgencia en postales enviadas por niños y niñas desde algunas de las zonas más asoladas por las crisis en el mundo.

Alima originaria de Burkina Faso quiere ser policía, Awa, de Mali, sueña con ser una enfermera, y María Gabriela, de 11 años de edad, de Ecuador tiene la esperanza de ir a la escuela de veterinaria.

Aunque sus nombres no son reales, para protegerlos, sus sueños sí los son. En la actualidad 222 millones de jóvenes soñadores como Alima, Awa y María Gabriela están soportando los horrores de la guerra, los desastres y el desplazamiento.

Ellas quieren aprender, pero el conflicto, las perturbaciones climáticas, o la inestabilidad que les rodea está coartando sus deseos más entusiastas y sencillos: ir a la escuela y aprender.

Estas postales, muestran una imagen clara que vale más que mil palabras.

Permítannos terminar nuestros estudios

La educación no puede esperar, el fondo mundial de las Naciones Unidas para la educación en situaciones de emergencia y crisis prolongadas, ha lanzado recientemente la campaña Postales desde el borde del abismo para acercarse a ellos.

Una postal de Lucas, de 14 años de edad, de la República Democrática del Congo, era un mensaje dirigido a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR): “Les pido a los líderes mundiales y a ACNUR que piensen en nosotros, los niños refugiados y nos proporcionen fondos para permitirnos terminar nuestros estudios”.

Desde un campo de refugiados en Bangladesh, Zawad, de 11 años, sueña con ser profesor de inglés.
La Eduación No Puede Esperar
Desde un campo de refugiados en Bangladesh, Zawad, de 11 años, sueña con ser profesor de inglés.

Un fin, muchos actores

El fondo mundial de la ONU para la educación, de 1000 millones de dólares, trabaja precisamente para eso, asociándose con los gobiernos, donantes públicos y privados, las agencias de la ONU, las organizaciones de la sociedad civil, y otros actores de la ayuda humanitaria y el desarrollo.

Con la ayuda del ACNUR y del fondo mundial, Lucas ha vuelto a la escuela, persiguiendo su sueño de convertirse en médico. En marzo de 2022, la Educación no puede esperar había llegado a 6,9 millones de niños y adolescentes.

Hasta la fecha, la campaña ha recibido más de 60 cartas, dibujos y vídeos, y cada día llegan más postales de niñas y niños de más de 20 países afectados por crisis y que reciben apoyo a través de iniciativas financiadas por la ONU.

Más de 60 niños compartieron sus sueños con el fondo de educación global de la ONU, incluida Oliva, de 11 años, de Madagascar, quien escribió "la educación es la única forma de tener éxito".
La Educación No Puede Esperar
Más de 60 niños compartieron sus sueños con el fondo de educación global de la ONU, incluida Oliva, de 11 años, de Madagascar, quien escribió "la educación es la única forma de tener éxito".

Cumplir las promesas

"Debemos escuchar a los niños del mundo", dijo la directora de la Educación no puede esperar, Yasmine Sherif. "Merecen ser escuchados".

La campaña, lanzada a finales de enero, hace un llamamiento a los líderes mundiales y a los donantes de los sectores público y privado para que cumplan sus promesas de garantizar la educación universal, tal y como se recoge en los Objetivos de Desarrollo Sostenible contenidos en la Agenda 2030.

En consonancia con el objetivo general de la Agenda 2030 de "no dejar a nadie atrás", el fondo mundial se dirige a las comunidades necesitadas.

Por ejemplo, recientemente ofreció una subvención de 1,2 millones de dólares a la Alianza Internacional de la Discapacidad (AID), que opera con socios en 200 países y territorios. La subvención apoyará una iniciativa de tres años de duración destinada a acelerar la educación integradora en situaciones de emergencia para niños con discapacidad, incluidos los de grupos tan poco representados como las comunidades indígenas.

Somaya Faruqi es ex capitana del equipo de robótica de niñas afganas.
© Missouri S&T/Michael Pierce
Somaya Faruqi es ex capitana del equipo de robótica de niñas afganas.

Postales desde Afganistán

Uno de los lugares de origen de esos sueños de ir a la escuela es Afganistán. Desde que los talibanes volvieron al poder en 2021, las nuevas normas prohíben la educación de las niñas y niegan a las mujeres sus derechos humanos.

"Quiero recibir educación y convertirme en una doctora conocida", escribió Zehab en su postal. "Pero me pregunto si no podré alcanzar mis sueños, ya que en Afganistán no se permite a las niñas asistir a la escuela. Pido a los líderes mundiales que nos ayuden y nos den la oportunidad de aprender y dirigir nuestro futuro".

Aunque no está claro si podrá seguir estudiando, por ahora, con el apoyo del fondo mundial y su socio Street Child, Zehab y otras niñas pueden participar en un programa de aprendizaje no formal basado en la comunidad.