Muerte y abuso, dos realidades que sufren miles de migrantes africanos en su ruta hacia el Mediterráneo

ARCHIVO. Personal de la OIM ayuda a desembarcar a migrantes en Trípoli, Libia
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ARCHIVO. Personal de la OIM ayuda a desembarcar a migrantes en Trípoli, Libia

Muerte y abuso, dos realidades que sufren miles de migrantes africanos en su ruta hacia el Mediterráneo

Migrantes y refugiados

Los traficantes de personas, las milicias e incluso los funcionarios estatales cometen atrocidades en los países africanos que cruzan muchos migrantes de ese continente para alcanzar la costa mediterránea y tratar de llegar a Europa. “Durante demasiado tiempo han sido invisibles los horrores que sufren los refugiados y migrantes en estas rutas”, dice el Alto Comisionado para los Refugiados.

Miles de refugiados y migrantes africanos mueren o sufren abusos graves de sus derechos humanos mientras viajan a través de los países orientales u occidentales de ese continente buscando llegar a la costa del Mediterráneo para cruzar a Europa con el afán de una mejor vida para ellos y sus familias.

Así lo reveló este miércoles el informe “En este viaje a nadie le importa si vives o mueres”, elaborado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y el Centro de Migración del Consejo Danés de Refugiados.

La mayor parte de los migrantes son víctimas o testigos de atropellos brutales a manos de traficantes, contrabandistas, milicias o autoridades estatales, que los someten a torturas impensables como quemaduras con aceite, metales ardiendo o plástico derretido; descargas eléctricas e inmovilización en posturas dolorosas, además de golpearlos, obligarlos a realizar trabajos forzados o incluso asesinarlos.

De acuerdo con el estudio, en el 47% de los casos, las víctimas informaron que los perpetradores fueron autoridades policiales, lo que derrumba la idea que los responsables son siempre contrabandistas o traficantes.

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados comentó que los horrores que sufren los refugiados y migrantes en estas rutas “han sido invisibles durante demasiado tiempo”.

“Este informe documenta asesinatos y violencia generalizada de la peor naturaleza contra la gente que huye desesperadamente de la guerra, la violencia y la persecución”, dijo Filippo Grandi y subrayó que hace falta un liderazgo fuerte y acciones concertadas de parte de los Estados de la región para poner fin a la crueldad, proteger a las víctimas y procesar a los responsables.

Recorrido fatal

Aunque es extremadamente difícil recopilar información precisa, los datos sugieren que al menos 1750 personas murieron en 2018 y 2019 cuando emigraron de naciones de África occidental u oriental con dirección a países como Libia, Egipto o Argelia.

Esto representa al menos 72 muertes al mes y convierte a esta ruta en una de las más mortales del mundo para refugiados y migrantes.

El documento explica que esos decesos se agregan a los miles de personas que han muerto o desparecido en los últimos años en sus desesperados periplos hacia el mar Mediterráneo o en su travesía a Europa una vez que llega a la costa africana.

Cerca del 28% de las defunciones reportadas en 2018 y 2019 ocurrieron en el desierto del Sahara. Otros puntos de alta letalidad fueron Sabha, Kufra y Qatrun, en el sur de Libia; el centro de tráfico de migrantes de Bani Walid, al sureste de Trípoli; y varios lugares de la ruta de África occidental, como Bamako y Agadez.

En lo que va de 2020 se calcula que habrían muerto al menos 70 refugiados y migrantes, 30 de ellos asesinados por traficantes en Mizdah, en mayo pasado.

Niños migrantes en un centro de detención en Trípoli, Libia
UNICEF / Romenzi
Niños migrantes en un centro de detención en Trípoli, Libia

Violencia sexual

El informe señala que los hombres, mujeres y niños que sobreviven muchas veces quedan con daños de salud, especialmente de salud mental, debido a la experiencia traumática que padecieron.

Las mujeres y los niños, aunque también algunos niños y hombres, corren un mayor riesgo de sufrir violaciones sexuales y violencia de género, sobre todo en los puestos de control y áreas fronterizas, así como en el periplo por el desierto.

El 31% de los entrevistados para el estudio que dijeron haber sido víctimas o testigos de violencia sexual aseguraron que eso sucedió en más de un sitio a lo largo del camino. Los principales perpetradores de estos crímenes en el norte y el este de África fueron los traficantes, mientras que en África occidental fueron las fuerzas de seguridad.

Entre los numerosos atropellos se reporta también la prostitución forzada y otras formas de explotación sexual de parte de los traficantes. De enero de 2017 a diciembre de 2019, ACNUR documentó más de 630 casos de tráfico de refugiados en el este de Sudán, con casi 200 niñas y mujeres que habían sufrido ese abuso.

Al llegar a Libia, uno de los principales destinos de los migrantes y refugiados que intentan cruzar a Europa, están sujetos a más atropellos en medio del conflicto y la debilidad del estado de derecho que afectan al país.

Centros de detención

Además, la Guardia Costera Libia intercepta a muchas de las personas que intentan cruzar el Mediterráneo, las regresa a territorio libio y las detiene arbitrariamente en instalaciones oficiales en las que encaran abusos constantes y condiciones deplorables de vida. En otras ocasiones, se les traslada a almacenes o centros no oficiales controlados por traficantes y contrabandistas que los extorsionan y torturan.

Aunque estos abusos transcurren en medio de la impunidad, el informe reconoce algún avance durante los últimos años, cuando algunos responsables han sido arrestados o se les ha sancionado. También señala que ha disminuido el número de personas en los centros de detención oficiales. Todo esto en Libia, donde las autoridades han tomado medidas contra los grupos armados y traficantes que atropellan a los migrantes y refugiados.

Respaldo internacional

En este contexto, ACNUR instó a la comunidad internacional a respaldar al gobierno libio en el combate a las redes de trata y tráfico de personas.

Asimismo, reiteró la necesidad de acabar con la detención arbitraria de refugiados y solicitantes de asilo y refrendó su disposición de ayudar a las autoridades libias a encontrar alternativas para ese colectivo.

Con respeto a los países que se encuentran en las rutas migratorias, los conminó a fortalecer la vigilancia y protección a la gente que las transita, creando opciones legales para estos viajeros forzados. Urgió también a la cooperación entre los Estados para identificar a los transgresores de la ley y presentarlos ante la justicia, además de tomar medidas para castigar y evitar los abusos de los agentes estatales.

Pero para que funcione, todo esto tiene que ir de la mano con el combate a los problemas de origen que hacen que los ciudadanos prefieran arriesgar su integridad y su vida en esos viajes que quedarse en sus comunidades.