Diferencias políticas, una docena de cascos azules y dos nuevos pozos en el norte de Haití

Personal de paz de la MINUSTAH prepara el terreno para dos nuevos pozos cerca de un hospital y una escuela en Pilate, el norte de Haití.  Foto: MINUSTAH
Personal de paz de la MINUSTAH prepara el terreno para dos nuevos pozos cerca de un hospital y una escuela en Pilate, el norte de Haití. Foto: MINUSTAH

Diferencias políticas, una docena de cascos azules y dos nuevos pozos en el norte de Haití

Los ciudadanos de Pilate, un pueblo apartado, ubicado en una montaña del norte de Haití y de unos 40.000 habitantes, fueron testigos recientemente de una imagen poco común: la de un grupo de extranjeros uniformados trabajando sin descanso para instalar los cimientos de un pozo junto al hospital y la escuela del lugar.

Los vecinos se habían resignado desde hacía meses a contar con un abastecimiento de agua deficiente, debido a los enfrentamientos políticos que provocaron un boicot del suministro en diciembre pasado.

«Los dos partidos políticos tenían desacuerdos y, para castigar a la población, uno de ellos cortó el suministro de agua del pueblo», asegura la hermana Louisa Bélanger, directora ejecutiva del hospital L’Espérance de Pilate.

El sabotaje hizo que la gente tuviera que depender de suministros externos en una zona de muy difícil acceso -el distrito de Plaisance, al que pertenece Pilate, es conocido por su terreno montañoso y su deficiente red de carreteras-. Esta circunstancia agravó la situación extrema en la que ya se encontraba Pilate, una de las 15 comunidades declaradas en «alerta roja» por las autoridades en noviembre de 2015 ante el brote de cólera en el país.

El 22 de marzo de este año, coincidiendo con el Día Internacional del Agua, un grupo de expertos de Naciones Unidas, encabezado por el representante especial adjunto del Secretario General para Haití, Mourad Wahba, visitó Pilate y se reunió con representantes de las autoridades locales y de las asociaciones comunitarias para evaluar las necesidades del pueblo tras los daños perpetrados en el suministro de agua.

Mourad Wahba estaba acompañado por representantes del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), así como por especialistas de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH).

«Estamos listos para ayudarlos a reparar el suministro de agua, pero pedimos que se vigile para que el sistema continúe funcionando a largo plazo», señaló durante la visita Wahba, que también es el coordinador residente y de asuntos humanitarios de la ONU en el país. «La conciencia cívica de los residentes de Pilate será fundamental en este sentido.»

La hermana Louisa, junto con el alcalde y representantes de organizaciones no gubernamentales, entre otros, se reunió con los trabajadores de la ONU y les pidió ayuda.

El coordinador humanitario se comprometió a apoyar al pueblo y pidió a las autoridades locales que presenten un plan para la gestión y protección del nuevo sistema de abastecimiento de agua, así como un proyecto con propuestas para incrementar las posibilidades de desarrollo de Pilate. Mientras se elaboraban esos planes, la MINUSTAH decidió, como medida de emergencia, llevar agua en un camión, destinada sobre todo al hospital y al colegio.

«La MINUSTAH nos ha ayudado mucho. Son los que nos han traído agua»

«La MINUSTAH nos ha ayudado mucho. Son los que nos han traído agua» reconoció la hermana Louisa.. «La misión llegaba dos o tres veces por semana con camiones de agua, que se usaba para limpiar el hospital».

«Incluso pudimos practicar operaciones durante 15 días con el agua que nos proveía la MINUSTAH: 104 personas fueron intervenidas en ese periodo», añadió.

Según la administradora del hospital, en el momento más grave del brote de cólera en Pilate, entre noviembre de 2015 y enero de este año, se pudieron atender de 30 a 40 casos a la vez gracias al agua transportada por los camiones de la misión de la ONU.

Los ciudadanos de Pilate, un pueblo apartado, ubicado en una montaña del norte de Haití y de unos 40.000 habitantes, fueron testigos recientemente de una imagen poco común: la de un grupo de extranjeros uniformados trabajando sin descanso para instalar los cimientos de un pozo junto al hospital y la escuela del lugar.

En la reunión, Mourad Wahba aceptó la petición especial de la hermana Louisa de hacer dos nuevos pozos, construidos por ingenieros de la MINUSTAH, para mejorar el abastecimiento de agua del hospital y de la escuela.

«Yo estaba lista», dijo la hermana Louisa. «Tenía los documentos y el Sr. Wahba me dijo: Tendrás tu pozo».

Todo el sistema de Naciones Unidas en el país caribeño apoyó el proyecto de Pilate

«La representante especial del Secretario General en Haití, Sandra Honoré, está personalmente comprometida con este proyecto, que mejorará el acceso a agua segura para la población local», anunció la portavoz de la MINUSTAH, Ariane Quentier.

Y así fue como las fuerzas de paz de la ONU, procedentes de Brasil, se vieron hace pocos días colocando, en esta aldea remota, los cimientos y la estructura de protección del pozo, de un generador y de un surtidor de agua, así como escavando los dos pozos de unos 100 metros de profundidad cada uno.

«Cavar un pozo es algo relativamente sencillo, lo más complicado fue traer hasta aquí los equipos necesarios», señaló el lugarteniente Michell Vanderson Sena Leal, de la compañía brasileña de ingeniería de la MINUSTAH, que tiene base en Puerto Príncipe, la capital de Haití, ubicada a sólo 220 kilómetros de Pilate, pero a 10 horas de camino por las malas condiciones de las carreteras.

Unas 65 toneladas de equipamiento fueron trasladadas al pueblo en un convoy formado por 14 camiones. El personal de paz ya ha terminado de construir los pozos y lo que queda ahora es conectarlos a un sistema de agua, algo que debería llevarse a cabo a corto plazo para proveer a los pacientes del hospital L’Espérance y a los alumnos del colegio de un suministro ilimitado de agua limpia.

«Pedí un pozo para ser más independientes de otras fuentes de agua y para atender las necesidades de los pacientes. Si la población de la ciudad está dividida [por diferencias políticas], el hospital no debe ser castigado por ello», concluyó la hermana Louisa. «Bajo ninguna circunstancia el hospital debe resultar afectado por la inestabilidad política. El agua no puede verse afectada, porque el agua es vida».

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