“En México, podemos dormir tranquilos”

Niños centroamericanos esperan a que se tramiten sus visas humanitarias mientras dibujan en un centro de UNICEF en la frontera entre Mexico y Guatemala
UNICEF / Bindra
Niños centroamericanos esperan a que se tramiten sus visas humanitarias mientras dibujan en un centro de UNICEF en la frontera entre Mexico y Guatemala

“En México, podemos dormir tranquilos”

Migrantes y refugiados

Más de 3000 niños centroamericanos han cruzado a México en las últimas dos semanas. Además de las secuelas de un viaje largo y agotador, los menores sufren las consecuencias psicológicas de la violencia de la que han sido testigos en sus países de origen. UNICEF les ofrece comida y duchas, pero también apoyo psicológico.

 “Cuando preguntas a los niños centroamericanos por qué les gusta estar en México, te dicen ‘porque podemos dormir tranquilos’”. Paloma Escudero, la directora de comunicación de UNICEF, ha sido testigo de cómo los menores centroamericanos que migran no consiguen dejar atrás el miedo y la violencia que han sido cotidianos para ellos.

Más de 3000 niños, algunos acompañados de sus familias y otros solos, han cruzado la frontera entre Guatemala y México en las últimas semanas. Son parte de la última caravana que ha recorrido Centroamérica hacia el norte.

Los pequeños llegan exhaustos, tras días o semanas caminando bajo el sol. “Es prioridad garantizar no solo el apoyo básico tras una travesía durísima”, cuenta Escudero. “Les estamos atendiendo con alimentación, ducha, letrinas…”.

En la mayoría de los casos, los niños se reponen rápidamente, pero las heridas psicológicas tardan más en curar.  “Han vivido situaciones muy duras en sus países. Eso es lo que obliga a alguien a abandonar su casa en mitad de la noche”, dice Escudero. “Las psicólogas que trabajan con UNICEF hablan de cuadros de depresión, ansiedad, disociación de personalidad para intentar separarse de lo que vieron o vivieron y muchos cuadros de miedo”.