El antisemitismo es tóxico para la democracia, asegura un relator de la ONU

Niños con camisetas que leen "Unidos en contra del Odio" durante una reunión interreligiosa en la Sinagoga Park East de Nueva York.
ONU / Rick Bajornas
Niños con camisetas que leen "Unidos en contra del Odio" durante una reunión interreligiosa en la Sinagoga Park East de Nueva York.

El antisemitismo es tóxico para la democracia, asegura un relator de la ONU

Derechos humanos

Si los Gobiernos no lo controlan, el antisemitismo plantea riesgos no solo para los judíos, sino también para los miembros de otras comunidades minoritarias. Un experto en derechos humanos alienta a los Estados a investigar, documentar y prohibir, en la legislación y en la práctica, la comisión de delitos de odio de carácter antisemita.

"Estoy alarmado por el uso creciente de temas recurrentes de carácter antisemita por parte de los supremacistas blancos, incluidos los neonazis y los miembros de grupos islamistas radicales, en consignas, imágenes, estereotipos y teorías de conspiración para incitar y justificar la hostilidad, la discriminación y la violencia contra los judíos. También me preocupan las crecientes expresiones de antisemitismo que emanan de fuentes de la izquierda política y las prácticas discriminatorias del Estado hacia los judíos", asegura Ahmed Shaheed, relator especial* sobre la libertad de religión o de creencias.

Shaheed hizo esa declaración al presentar a la Asamblea General su informe sobre la Eliminación de todas las formas de intolerancia religiosa.

"La violencia, la discriminación y las expresiones de hostilidad motivadas por el antisemitismo son un serio obstáculo para el disfrute del derecho a la libertad de religión o de creencia", agregó el relator especial, quien explicó que “los ataques a sinagogas, la profanación de cementerios o las restricciones al uso de símbolos religiosos y la práctica de ritos religiosos constituyen violaciones del derecho a la libertad de religión o de creencia de los judíos”.

No hay un ejemplo más gráfico que el Holocausto de cómo el odio religioso y racial puede conducir al genocidio y la destrucción de las sociedades.

En su informe, el experto recoge una serie de incidentes antisemitas excepcionalmente violentos que han tenido un impacto desproporcionado en la sensación de seguridad de las personas judías en los últimos años.

“Sus comentarios durante el ataque y su actividad en los medios sociales en los días previos revelaron su creencia en multitud de teorías antisemitas de conspiración, arraigadas en una ideología de extrema derecha y supremacismo blanco”, resalta el informe.Entre ellos, menciona el del 27 de octubre de 2018, cuando un hombre armado atacó la sinagoga Tree of Life de Pennsylvania, en Estados Unidos, y asesinó a 11 fieles, hiriendo a otros siete, en lo que fue el atentado más mortífero contra los judíos de la historia del país norteamericano.

Odio en internet

Ahmed Shaheed, relator especial sobre la libertad de religión o de creencias
ONU/Manuel Elias
Ahmed Shaheed, relator especial sobre la libertad de religión o de creencias

También se destaca la frecuencia de las agresiones contra los judíos en internet y cita en concreto la red social Twitter, de la que denuncia que permite la incitación al odio en general. Después, aporta el dato de que el 68 % de los discursos de odio antisemita en línea se originó en los Estados Unidos en 2016.

El prejuicio u odio contra los judíos, conocido como antisemitismo y denominado con acierto el “odio más antiguo” -dice el relator- se basa en diversas teorías y conspiraciones, expresadas a través de múltiples temas recurrentes y estereotipos y manifestadas de muchas formas, incluso en lugares donde apenas viven personas judías o no vive ninguna.

Esto incluye antiguas argumentaciones promovidas por doctrinas religiosas y teorías pseudocientíficas planteadas en la segunda mitad del segundo milenio para legitimar la intolerancia, la discriminación y el genocidio de los judíos.

Otras formas más modernas de antisemitismo emplean argumentaciones acerca del papel de los judíos en la sociedad, integrándose o interrelacionándose a menudo con otras formas de intolerancia, misoginia y discriminación.

El antisemitismo presenta serios desafíos para la eliminación de todas las formas de intolerancia, odio y discriminación basadas en la religión o las creencias, pero tal odio no plantea riesgos solo para los judíos sino para los miembros de las minorías en todas partes, afirma Shaheed.

Una amenaza para todas las sociedades

Foto de la exposición sobre el poder de la propaganda nazi realizada en las Naciones Unidas en 2017.
State of Deception Exhibition
Foto de la exposición sobre el poder de la propaganda nazi realizada en las Naciones Unidas en 2017.

Por ese motivo, el experto afirma en su informe que el antisemitismo es tóxico para la democracia y el respeto mutuo de los ciudadanos, y constituye una amenaza para todas las sociedades en las que queda sin respuesta.

“No hay un ejemplo más gráfico que el Holocausto de cómo el odio religioso y racial puede conducir al genocidio y la destrucción de las sociedades", indica el relator.

El experto recuerda, además, que los Estados tienen el deber de tomar todas las medidas apropiadas y prohibir por ley la incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia basada en la religión o las creencias, incluido contra los judíos.

Por todo ello, el relator insta a los Estados, la sociedad civil, los medios de comunicación y a la ONU a tomar medidas para abordar el antisemitismo dentro de un marco más amplio de derechos humanos, del mismo modo que debería hacerse en la lucha contra las demás formas de intolerancia religiosa.

Aprender a resistir las ideologías extremistas

"Los ciudadanos de todas las sociedades deben estar capacitados con un pensamiento crítico, con la empatía y con la alfabetización en derechos humanos para ser resistentes a las ideologías extremistas, incluida la propaganda antisemita", dijo.

En sus recomendaciones dirigidas a los Estados, el experto alienta a los Estados:

  • a investigar, documentar y prohibir, en la legislación y en la práctica, la comisión de delitos de odio de carácter antisemita
  • mejorar la colaboración gubernamental con las comunidades judías
  • proteger a las personas en situación de riesgo de sufrir violencia
  • adoptar medidas en materia de educación y sensibilización destinadas a frenar la propagación de opiniones antisemitas

Entre sus recomendaciones a los medios de comunicación, Shaheed señala:

  • tomar muy en serio las denuncias de ciber-odio
  • hacer cumplir las condiciones de servicio y las normas comunitarias que no permiten la difusión de mensajes que incitan al odio
  • asegurar más transparencia en sus esfuerzos por combatir el ciber-odio y ofrecer mecanismos y procedimientos fáciles de utilizar para denunciar y afrontar los contenidos motivados por el odio.

En 2018, se estimaba que la población judía mundial era de 14.606.000 personas y que las poblaciones más numerosas de personas judías fuera de Israel estaban en 15 países de América y Europa Occidental y Oriental. Se calcula que casi el 45 % de las personas judías (unas 6.469.800) se encuentran en América y que la inmensa mayoría de ellas residen en los Estados Unidos, donde constituyen el 2 % de la población total, mientras que unas 390.000 residen en el Canadá.

Unos 1.015.000 judíos (el 6,9 % de la población judía mundial) viven en países de Europa Occidental mientras que hay alrededor de 320.000 judíos en Europa Oriental y unos 200.000 en las regiones de Asia y el Pacífico y Oceanía (las mayores poblaciones se encuentran en Australia (91.000), la República Islámica de Irán (10.000) y Nueva Zelanda (7000)). Hay alrededor de 7.179.400 judíos en Oriente Medio y África del Norte, la gran mayoría de los cuales viven en Israel. Alrededor de 75.000 viven en Sudáfrica.

*Los Relatores Especiales forman parte de los ‘Procedimientos Especiales’, el mayor órgano de expertos independientes en el sistema de la ONU para los Derechos Humanos, que reúne a los mecanismos de investigación y monitoreo establecidos por el Consejo de Derechos Humanos para hacer frente a situaciones concretas en países o a cuestiones temáticas en todo el mundo. Los expertos de los Procedimientos Especiales trabajan de manera voluntaria; no son personal de la ONU y no perciben un salario por su trabajo. Son independientes de cualquier gobierno u organización y actúan a título individual.