La acción es el resultado de 8 meses de negociaciones entre el gobierno burundés, la sociedad civil y agencias de la ONU con una facción disidente del grupo rebelde Frente de Liberación Nacional Palipehutu, liderado por Agathon Rwasa.

Sin embargo, Coomaraswamy expresó preocupación por los 500 menores que continúan asociados a ese movimiento, que ha comenzado nuevamente las hostilidades con el gobierno desde mediados de abril.

“El nuevo brote de violencia entre el FNL demuestra una vez más la necesidad de separar inmediatamente a esos menores de las fuerzas beligerantes, aún antes de que se acceda a la firma de un acuerdo de paz”, subrayó Coomaraswamy.