Desde que los levantamientos comenzaron en Yemen a principios de 2011, las Naciones Unidas se han comprometido, a través de los buenos oficios del Secretario General, a ayudar en la búsqueda de una solución pacífica.
La crisis humanitaria en Yemen constituye la más grave del mundo. El impacto sobre la población es devastador.
El enviado especial de las Naciones Unidas para Yemen, Martin Griffiths, inició una serie de consultas en Ginebra el pasado mes de septiembre que contó con la participación de los representantes del Gobierno de Yemen, pero a la que no asistió la delegación de los hutíes.
"Una de las ventajas de las consultas es que no es necesario estar en la misma habitación, no es necesario estar en la misma ciudad. Es más conveniente, pero iremos, y discutiremos con ellos los resultados de las conversaciones en Ginebra....Esto es lo que quiero decir cuando digo que 'hemos comenzado", manifestaba el diplomático.
Griffiths reiteró en noviembre que la solución política es la única manera de poner fin a la guerra en Yemen. Subrayó que está trabajando para superar todos los obstáculos para poder convocar una nueva ronda de consultas antes de finales de este año ya que las partes han expresado repetidamente su deseo de volver a la mesa de negociaciones.
Las Naciones Unidas prestan su pleno apoyo a las negociaciones entre el Gobierno y la oposición, las cuales resultaron en la firma de la Iniciativa del Consejo de Cooperación del Golfo y Mecanismo de Ejecución en Riad el 23 de noviembre de 2011. Las Naciones Unidas han mantenido desde entonces su compromiso con los grupos políticos yemeníes para facilitar y promover la aplicación de la Iniciativa y el Mecanismo de Ejecución.
El Secretario General António Guterres nombró a Martin Griffiths del Reino Unido como enviado especial para Yemen en febrero de 2018, para sustituir a Ismail Ould Cheikh Ahmed.
El implacable conflicto de Yemen ha destruido la vida de millones de personas. La alarmante cifra de 20,7 millones de personas precisa algún tipo de ayuda humanitaria o protección y cerca de 9,8 millones requieren urgentemente asistencia. Este desastre provocado por el hombre ha repercutido brutalmente en los civiles. Se estima que 17 millones de personas, lo que representa el 60 % de la población, padecen por la carestía de alimentos, mientras siete millones desconocen de dónde su próxima comida o se encuentran en riesgo de hambruna. Por lo menos tres millones de personas han abandonado sus hogares, los servicios públicos se han desmoronado, menos de la mitad de los centros sanitarios continúan funcionando, las medicinas y los equipos son limitados y no quedan médicos en 49 de los 276 distritos. El acceso al agua salubre se ha convertido en uno de los mayores desafíos y la escasez de saneamiento adecuado ha aumentado el riesgo de contagio de enfermedades infecciosas.