Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

Kelvis Briceño. 27, vive con su mujer Mareli, 26, y su hija de dos años, Ximena, en Lima, Perú. Él llegó desde Venezuela hace un año y su familia se unió unos meses después. Hace dulces y los vende en su barrio para pagar los tratamientos de diálisis de su mujer. El servicio nacional de salud de Perú cubre el resto de los costes sanitarios. La familia sueña con poder volver un día a Venezuela y abrir un restaurante.
Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

“Sabía que nos teníamos que ir para protegerlo”.
Jamileth, 28, y su pareja, Giulio Ayala, 44, tuvieron que irse de Venezuela por la falta de medicinas para su hijo, Steven. Cuando llegaron a Perú, conocieron a José, un peruano que les invitó a comer y todavía lo hace cada vez que visita Tumbes. Los peruanos también les han regalado un cochecito, una cuna y ropa para niño.
Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

“El viaje, tan difícil, te cambia la forma de pensar. Cada día, no sabes dónde vas a dormir o si podrás comer”.
Nancy y Wender llegaron a Tumbes, en el norte de Perú hace cuatro meses con su hijo de seis años, y una maleta de ropa y mantas. Su viaje desde Venezuela, pasando por Colombia y Ecuador, duró un mes y fue duro. Durmieron a la intemperie, se quedaron sin comida y dinero y tuvieron muchas dificultades para pagar por el transporte. Lo consiguieron, dicen, gracias a la solidaridad de la gente que conocieron por el camino. Ahora, Wender trabaja en la construcción y Nancy vende empanadas en la calle.
Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

La frontera norte con Ecuador es la principal puerta de entrada de venezolanos en Perú. Desde comienzos de 2018, unos 63.000 venezolanos al mes han usado esta ruta, según las cifras oficiales y estimaciones de ACNUR. La agencia para los refugiados de la ONU está en Tumbes desde finales de 2017, coordinando la respuesta de emergencia, entregando agua, kits para bebés y de higiene, dando apoyo de salud y psicosocial, orientación legal, dinero en efectivo, albergue y apoyo para el transporte.
Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

Niños venezolanos en la puerta del albergue de Scalabrini en Lima, Perú. El albergue tiene capacidad para 73 personas y permite que los refugiados y migrantes se queden una semana, aunque las personas más vulnerables pueden quedarse más tiempo dependiendo de sus necesidades. La capital peruana es el principal destino para los venezolanos en el país. El censo de 2017 mostraba que 50.000 venezolanos viven en la ciudad y unos 17.000 niños están matriculados en las escuelas de Lima.
Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

Una voluntaria pinta la cara a una niña en el centro deportivo Iñaquito, que cuenta con el apoyo de ACNUR. En este centro en Quito, niños venezolanos, colombianos y ecuatorianos disfrutan de actividades como danza, dibujo o deportes. Ecuador es ahora el tercer país de destino de los venezolanos, por detrás de Colombia y Perú. Unos 250.000 venezolanos viven en el país (un 20% de los que han entrado).
Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

Se estima que unos 5000 venezolanos entran a Colombia cada día a través de los puntos oficiales de cruce en la frontera, como este del puente internacional Simón Bolívar que visitó el Alto Comisionado para los Refugiados, Filippo Grandi.
Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

Colombia acoge a un millón de venezolanos que buscan refugio de la difícil situación socio económica, de derechos humanos y política en su país. ACNUR está apoyando a las organizaciones locales y los Gobiernos para hacer frente a las crecientes necesidades humanitarias, como cocinas, albergues, hospitales y centros para niños. ACNUR también ayuda a los venezolanos que necesitan protección internacional para que entiendan las opciones que tienen para conseguir estatus legal. Más de 330.000 venezolanos han solicitado la condición de refugiado en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos desde 2014. El doble ha conseguido otros permisos de residencia.
Facebook Twitter Imprimir Correo electrónico

Voluntarios venezolanos y colombianos preparan comidas para los refugiados, solicitantes de asilo y migrantes que cada día llegan a la cocina comunitaria Divina Providencia en Cúcuta, Colombia.