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Entre primavera y verano, el Pacífico se ve afectado anualmente por una temporada de huracanes. En 2017, el ciclón Pam afectó a diversos atolones de Tuvalu, causando el desplazamiento del 45 % de la población. En Nui, doce casas quedaron destruidas y otras 110 dañadas. Más del 40 % de las familias tuvieron que refugiarse en centros de evacuación. En la fotografía, Taufiso, de nueve años, monta en bicicleta a través de una zona inundada en la aldea de Tanrake, en Tuvalu.
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La inocencia de muchos niños les permite obviar algunas de las amenazas a las que se enfrentan. Sin embargo, el peligro de los huracanes es una realidad que cada vez está más presente en sus vidas. En la imagen, varios niños juegan sobre un árbol caído en las afueras de Port Vila, en la República de Vanuatu.
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El sur de Taweuni, en el archipiélago de Fiji, fue una de las áreas más afectadas por el ciclón Winston. Muchas viviendas quedaron en escombros y sus habitantes perdieron el acceso a alimento durante cerca de una semana. La aldea de Nakorovou fue la más perjudicada, con el 95 % de sus casas en ruinas.
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La sequía constituye uno de los muchos problemas que afectan a Nigeria, donde más de cinco millones de personas están en riesgo de carestía. Las malas condiciones climáticas, sumadas a la actividad del grupo terrorista Boko Haram, han provocado que la carestía afecte a más de cinco millones de personas.
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Este fenómeno también ha llegado al este y el sur de Etiopía. Se estima que 5,6 millones de etíopes requieren alimentación con urgencia, 2,7 millones de niños y madres precisan suplementos alimentarios y 9,1 millones de personas no tienen acceso a agua potable. En la imagen, una niña de nueve años lleva una garrafa de agua a su hogar, a cuatro quilómetros de distancia de la fuente, en la aldea de Hadhawe, Etiopía.
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El fenómeno de El Niño tuvo un impacto devastador entre 2015 y 2016, empeorando la situación de hambre, malnutrición y enfermedad en la que muchos niños vivían debido a la sequía y las inundaciones. En África oriental y meridional, alrededor de 26,5 millones de niños necesitan asistencia, sobre todo un millón de ellos que padecen malnutrición. En la fotografía, una familia de cuatro hermanos y su madre comen judías secas en su casa del distrito de Balaka, en Malawi.
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Según las estimaciones, cerca de 600 millones de niños, uno de cada cuatro a nivel mundial, viven en áreas donde la oferta de agua se encuentra muy lejos de satisfacer la demanda. En la fotografía, un niño de cinco años se baña durante la marea baja en la aldea de Jenrock, en las Islas Marshall, que están siendo destruidas por la subida del nivel del mar.
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Las mareas altas también invaden gran parte del territorio en el estado insular de Kiribati, convirtiendo algunas zonas en lugares inhóspitos. En la imagen, Peia Kararaua, de dieciséis años, se baña en la aldea inundada de Aberao.
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A través de Bangladesh cruzan cerca de 230 ríos. Las zonas más pobladas del país surasiático son sumamente llanas y tienen baja altitud, por lo que se ven afectadas de manera constate por las inundaciones, especialmente durante la conocida temporada de monzones.