Israel-Palestina: Un solo paso fronterizo no es suficiente para entregar ayuda vital a 2,2 millones de personas

El coordinador residente y coordinador humanitario interino se reúne con palestinos desplazados en Rafah, al sur de Gaza.

La desesperación es cada vez mayor, el sufrimiento humano se intensifica.

Jamie McGoldrick , coordinador residente interino para el Proceso de Paz en Oriente Medio

OCHA /oPt
El coordinador residente y coordinador humanitario interino se reúne con palestinos desplazados en Rafah, al sur de Gaza.

Israel-Palestina: Un solo paso fronterizo no es suficiente para entregar ayuda vital a 2,2 millones de personas

Ayuda humanitaria

El recién nombrado coordinador residente interino del Proceso de Paz en Oriente Medio describe los retos a los que se enfrentan los trabajadores humanitarios para entregar suministros a la población en Gaza. Señala que es necesario aumentar la escala de las operaciones y llegar a más gente, pero para ello se tienen que abrir otros pasos fronterizos además del de Rafah, como el de Kerem Shalom.

Mientras el conflicto en Gaza entre Israel y los militantes palestinos cumple los 100 días, las Naciones Unidas trabajan a toda máquina para entregar ayuda a cientos de miles de civiles desplazados a través del paso fronterizo de Rafah, una restricción impuesta por Israel que tiene que cambiar, dijo este sábado recién nombrado coordinador residente interino para el Proceso de Paz en Oriente Medio.

Se necesitan al menos 200 camiones cargados al día para satisfacer las necesidades de la población y, a pesar de los "extraordinarios" esfuerzos de los socios nacionales e internacionales, los trabajadores humanitarios están atados de manos al tener que entregar todos los suministros a través del único paso abierto en la frontera sur de Gaza con Egipto, el cual, en su origen, fue construido como paso peatonal, dijo Jamie McGoldrick.

Tras volver recientemente de Gaza, el veterano funcionario de ayuda humanitaria habló en exclusiva con Noticias ONU en Jerusalén, en su primera entrevista desde que se convirtió en coordinador residente interino a finales del mes pasado.

El irlandés, quien también ostenta el cargo de coordinador especial adjunto interino y coordinador humanitario interino, desempeñó las mismas funciones entre 2018 y 2020.

Anteriormente, fue coordinador humanitario y residente en Yemen durante el punto álgido del brutal conflicto civil en ese país que comenzó en 2015. También ha trabajado con la Cruz Roja Internacional.

Noticias ONU: Acaba de regresar de la Franja y ya ha desempeñado este papel en otras ocasiones. En años anteriores ha calificado la situación de terrible. ¿Cuál fue su reacción inicial cuando entró por primera vez en Gaza durante esta guerra? 

Jamie McGoldrick: Bueno, está claro que la situación ha cambiado drásticamente desde la última vez que estuve allí.  Lo que más llama la atención son las cifras. En cuanto llegas a Rafah, lo que te impacta de inmediato es la cantidad de personas desplazadas: en cada calle, en cada acera. 

También hay tiendas improvisadas construidas en los laterales de los edificios que invaden las carreteras. Es muy difícil moverse. El lugar está realmente abarrotado.

Lo segundo que creo que este hacinamiento provoca es la falta de servicios. Esto ha sucedido tan rápido, toda esa cantidad de gente que llega al sur... Calculan que hay 1,7 o 1,8 millones de personas en Rafah, que solía tener una población de unos 250.000 habitantes.

La gente ha ocupado espacio en los hospitales, en las escuelas de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA)… Y cuando vas a esos lugares, ves las condiciones en que vive la gente, la miseria, el hacinamiento, lo improvisado que es

Nadie tuvo tiempo de planear nada. La gente huyó de la zona centro, de la zona norte, y vinieron con muy poco. Han tenido que establecerse en un entorno muy difícil y caótico. Además, es invierno. Todo eso lo hace muy, muy difícil. 

Nos ha desbordado porque teníamos un papel muy limitado allí para este tipo de trabajo, y hemos tenido que intentar ampliarlo para tratar de atender las necesidades. E incluso cuando estuve allí hace ocho días -volví hace sólo dos días- las multitudes seguían llegando... La desesperación es cada vez mayor, el sufrimiento humano se intensifica.

Pero lo más importante es que tenemos que ampliar la escala, llegar a más gente, tener más acceso, aportar más material. Pero es una tarea gigantesca.

La gente clama por comida en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza.
© UNICEF/Abed Zagout
La gente clama por comida en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza.

Noticias ONU: Estoy seguro de que también se ha reunido con colegas con los que trabajó cuando ocupó este cargo por primera vez. ¿Qué experiencias han compartido con usted? 

Jamie McGoldrick: La primera es la de la dimensión humana: la gente te cuenta lo que ha dejado atrás. Algunos te cuentan que han dejado sus casas destruidas, y otros te hablan de los familiares que han muerto. La vida que una vez tuvieron se ha ido y probablemente por mucho tiempo.

Hay cierto grado de conmoción y desesperación. Y creo que también hay una especie de desesperanza, porque no ven ninguna salida a lo que les espera. También es sorprendente la resistencia y la firmeza de algunos de estos colegas que han estado en esa situación, que han llegado al sur huyendo como desplazados, pero que siguen en pie para trabajar.

Es increíble que la gente de Gaza tenga ese espíritu… y que sigan adelante. Han matado a 146 colegas de la ONU. Otros han perdido a parte de sus familias y, aun así, siguen cumpliendo.

No es como si huyeran a un lugar seguro, porque donde están ahora mismo no lo es. El sur está cada vez más apretado y abarrotado. Y no es como si hubieran llegado como desplazados y ya está. Hay más por venir...

Noticias ONU: Como acaba de decir, el personal humanitario de la ONU ha alzado la voz sobre las dificultades para hacer llegar la ayuda a Gaza a gran escala. Sobre el terreno, ¿qué significa esto para la población? ¿Cuántas de sus necesidades están cubiertas en estos momentos? 

Jamie McGoldrick: Antes de que esto empezara, lo que había eran unos 500 camiones al día que llegaban como transporte comercial. Y la ONU atendía a los desafortunados que no podían comprar esas cosas comercialmente. Nosotros, los humanitarios, necesitábamos unos 200 camiones al día. Y todo eso cubría a la población: los [bienes] humanitarios y los comerciales. 

Lo que ocurre ahora es que el [sector] comercial se ha detenido. Por lo tanto, las personas a las que servía el sector comercial ahora dependen del sector humanitario y todo el mundo está necesitado. Lo que tenemos es una situación en la que las cuestiones clave para nosotros son mejores refugios, más suministros de alimentos, mejor agua, saneamiento, alcantarillado y las necesidades sanitarias.

Dos niños sentados entre los escombros de lo que queda de su casa en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza.
© UNICEF/Eyad El Baba
Dos niños sentados entre los escombros de lo que queda de su casa en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza.

Preocupación por la segurdidad

Al mismo tiempo, hay muchos problemas de protección: violencia de género, protección de la infancia, ya que hay muchos niños no acompañados.

Y también necesitamos, como trabajadores humanitarios, la capacidad de hacer ese trabajo. Eso también significa protección para nosotros, lo que significa tener buenos sistemas de comunicación, tener la capacidad de movernos. Y distensión, que nuestros movimientos humanitarios estén realmente protegidos.

Y, por desgracia, no ha sido así. Ha habido una serie de incidentes. Estamos intentando que entren más camiones. Ayer tuvimos 200, la mayor cantidad que hemos tenido que cruzar por Rafah. No entra nada del norte, todo viene del sur. Intentamos salvar a la población, pero sabemos que probablemente la totalidad de los 2,2 millones de habitantes necesita algún tipo de ayuda.

Y ahora mismo nos enfrentamos a una ardua lucha para atender las necesidades de aquellos a los que llegamos. Tenemos que llegar mucho más lejos, a otros lugares como el norte. Pero el conflicto continúa y las operaciones militares nos impiden movernos en algunas de las zonas centrales. Así que estamos atascados, y es muy difícil mover convoyes al norte para atender a esos 250.000, 300.000 habitantes estimados allí.

Tampoco tenemos la capacidad de hacerlo rápidamente. Sólo hay una carretera. Es la de la costa, porque la principal está, en estos momentos, bajo operaciones militares. Así que estamos concentrando todos nuestros esfuerzos en el norte mientras luchamos por salvar el sur. Tenemos que aumentar la escala y los suministros comerciales tienen que empezar de nuevo

También tenemos que conseguir más apoyo de los donantes, que han estado muy dispuestos a dejarnos comprar y alquilar más camiones para llevar la ayuda. En esos cuatro sectores clave que acabo de mencionar es donde se salvarán vidas.

Noticias ONU: Hemos oído a varios funcionarios de la ONU decir que necesitamos que los envíos comerciales empiecen a volver a Gaza. Pero si la economía está en ruinas y hay actividad militar, ¿cómo puede la gente dedicarse al comercio y seguir con su vida, con una economía normal? 

Jamie McGoldrick: Lo que nos gustaría hacer con el tiempo es que, si el sector comercial vuelve a funcionar, podamos empezar a abastecer a las tiendas que están cerradas porque no hay nada en ellas. Todas las existencias han desaparecido. Tenemos que reponer esas existencias.

Y cuando alcancemos un cierto nivel, podremos empezar a utilizar tarjetas de pago y sistemas de vales. 

Mantener el flujo de la ayuda

Pero ahora estamos muy lejos de eso. Tenemos una larga, larga lucha para mantener el suministro de ayuda humanitaria, especialmente alimentos y suministros médicos.

Porque si no lo hacemos, estas cosas, estos artículos, van a estar muy a la orden del día en el mercado negro, y empezaremos a ver cómo se explota. Ya lo hemos visto. 

Noticias ONU: Algunos funcionarios israelíes han dicho que lo único que obstaculiza la entrada de ayuda en Gaza son las limitaciones de la ONU. ¿Cómo les respondería? 

Es un entorno difícil porque hemos podido hacer distribuciones limitadas de ayuda. La gobernación de Rafah, donde se calcula que se encuentra ahora la mitad de la población, y el resto de la Franja de Gaza, se ha detenido en gran medida debido a la intensidad de las hostilidades y a las restricciones a nuestros movimientos: sólo se ha permitido ir al norte, por ejemplo, a cinco de los 24 convoyes previstos para alimentos y medicinas

Los convoyes de ayuda entran en la Franja de Gaza a través del paso fronterizo de Rafah (foto de archivo).
© UNICEF/Eyad El Baba
Los convoyes de ayuda entran en la Franja de Gaza a través del paso fronterizo de Rafah (foto de archivo).

Dependencia de un solo punto de paso

Estamos intentando aumentar nuestras operaciones, que se han visto en cierto modo obstaculizadas por la insistencia del gobierno de Israel en utilizar un paso peatonal en Rafah para llevar camiones cargados de suministros. Y aunque funciona bien, toda Gaza -2,2 millones de personas- no puede depender de un solo paso fronterizo. Tenemos que abrir otros.

Las operaciones humanitarias se mantienen con muy poca disponibilidad de combustible, el cual representa un salvavidas para las operaciones de los hospitales; para mantener la oxigenación, para mantener en funcionamiento las distintas zonas de los centros, para mantener las plantas desalinizadoras y que haya agua potable.

Debo decir que la operación humanitaria en curso es absolutamente excepcional, ese trabajo realizado por nuestros colegas nacionales, con el apoyo de los internacionales.

Así que estamos luchando de verdad. No creo que sea porque estemos en contra de recibir más, o [que] no estemos enfrentando los retos. Estamos al 100% o más de nuestra capacidad, pero hay restricciones... 

Noticias ONU: Con la situación en Gaza en estos momentos, a veces Cisjordania puede quedar fuera del radar. ¿Tiene alguna información actualizada sobre la situación allí?

Jamie McGoldrick: Ha habido focos de tensión en Cisjordania desde principios del año pasado y desde lo ocurrido el 7 de octubre, creo que se ha acelerado. Han muerto más de 300 palestinos y unos 80 niños.

Hemos visto en los informes de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) que hay un aumento evidente de la violencia de los colonos contra los palestinos. Y creo que es una tendencia constante. Había unos 200.000 permisos de trabajo en Israel, pero ahora se han suspendido... Muchos de ellos probablemente han perdido ahora su empleo.

No hay transferencia de ingresos de Israel

Y todos los funcionarios que estaban allí, ahora están recibiendo salarios reducidos porque la Autoridad Palestina tiene dificultades, porque la transferencia de ingresos de Israel no se ha producido desde hace algún tiempo.

La comunidad humanitaria, muchos de los socios, están dentro, en algunas partes de Cisjordania... Estamos intentando hacer frente a las crisis que surgen. Es muy, muy difícil mantener esas dos cosas al mismo tiempo, los esfuerzos están concentrados en Gaza, pero sin olvidar la magnitud del problema en curso, y de lo que está ocurriendo en Cisjordania. 

Noticias ONU: 57 años de ocupación, el problema tiene más de 75 años... La gente está empezando a perder la esperanza en el proceso de paz. Entonces, ¿qué se puede hacer para recuperar esa esperanza y revitalizar la oficina del Coordinador Especial [para el Proceso de Paz en Oriente Próximo], para llegar a un acuerdo? 

La Oficina del Coordinador Especial sigue ocupada tratando de abordar todas estas crisis interrelacionadas, es decir, la humanitaria y los problemas de gobernanza, así que eso es algo que tendrá que ocurrir.

El coordinador residente y coordinador humanitario interino, Jamie McGoldrick, se reúne con representantes de la Media Luna Roja Palestina en Rafah, al sur de Gaza
OHCA/oPt
El coordinador residente y coordinador humanitario interino, Jamie McGoldrick, se reúne con representantes de la Media Luna Roja Palestina en Rafah, al sur de Gaza

Se necesita más presión para liberar a los rehenes

Pero creo que, al mismo tiempo, tenemos que presionar más y reforzar las negociaciones sobre la liberación inmediata e incondicional de los rehenes por parte de Hamás. Eso es lo que hay que hacer. 

Tenemos que aumentar la ayuda a Gaza, teniendo en cuenta los problemas de seguridad interna de Israel, y tenemos que aumentar los cruces humanitarios, como Kerem Shalom, además de Rafah. Pero también tenemos que examinar los pasos fronterizos del norte.

Tenemos que restablecer los servicios básicos, médicos y humanitarios que se han visto afectados por este conflicto y empezar a construir otros nuevos para reanudar las operaciones. 

Y tenemos que permitir que más pacientes heridos reciban tratamiento fuera del enclave, porque Gaza carece de toda la gama de servicios necesarios para las personas que se han visto atrapadas en esta crisis. Tenemos que permitir que cada vez más servicios lleguen a esas zonas.

En algún momento, tendremos que volver al proceso de paz

Creo que el proceso de paz no puede entenderse ni considerarse en este momento. Llevamos casi 100 días de guerra: ¿cómo va a terminar? Y, si termina y cuando termine, ¿cómo pueden reunirse las distintas partes de los partidos palestinos? y ¿cómo pueden sentarse los palestinos y los israelíes a la mesa de negociaciones, dada la profundidad de lo que ha sucedido en este tiempo?

Así pues, creo que queda mucho por sanar, mucha circunspección por hacer, y mucho por entender de lo que todo esto significa. Pero en algún momento, tenemos que volver a ese proceso de paz, alguna forma de llegar a un entendimiento sobre cómo va a vivir la gente junta. 

Noticias ONU: Esa iba a ser exactamente mi última pregunta para usted. ¿Cómo es posible que, después de todo esto, las partes puedan volver a sentarse a la mesa? ¿Cómo podemos explicar esto al profano que no lo sabe?

Jamie McGoldrick: Creo que la paz es más normal que la guerra. Creo que eso es lo fundamental y creo que todas las personas quieren vivir en paz y tener una vida. Quieren tener un futuro. Quieren sus sueños, quieren ser capaces de saber lo que vendrá después. Quieren poder socializar y tener familias, y eso no se puede tener en una situación de conflicto e inseguridad, y creo que eso tiene que desaparecer.

Comprensión, aprecio, adaptación

Y entonces puedes empezar el proceso de reparación, el proceso de curación. Tienes que pensar por ti mismo, ¿cómo te relacionas con tu vecino? ¿Cómo te relacionas con la gente con la que vas a tener que convivir? Y es una comprensión y un aprecio, una adaptación. 

Y lo vemos en muchísimos conflictos en todo el mundo. Y, por desgracia, éste es uno de los más antiguos y arraigados.