Cada 16 segundos nace un niño muerto en el mundo y la COVID-19 puede empeorar esa cifra

Una mujer que dio a luz a una niña muerta se recupera en la sala de maternidad del Hospital Al-Shifa en Gaza.
UNICEF/Loulou d’Aki
Una mujer que dio a luz a una niña muerta se recupera en la sala de maternidad del Hospital Al-Shifa en Gaza.

Cada 16 segundos nace un niño muerto en el mundo y la COVID-19 puede empeorar esa cifra

Salud

Cerca de dos millones de bebés nacen muertos cada año, la gran mayoría -un 84%- en países de ingresos bajos y medianos bajos.  Si la COVID-19 reduce los servicios de salud a la mitad podría causar casi 200.000 casos adicionales en 117 países, destaca un informe de la ONU. "Más allá de la pérdida de vidas, los costos psicológicos y financieros para las mujeres, las familias y las sociedades son graves y duraderos", señala la directora del fondo para la infancia.

El estudio de varios organismos* del sistema de Naciones Unidas, que define a un mortinato como a un bebé que nace sin signos vitales durante la 28ª semana del embarazo o posteriormente, señala que el año pasado tres de cada cuatro de estos casos ocurrieron en África subsahariana o el sur de Asia.

La directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, calificó la pérdida de un niño al nacer o durante el embarazo como una “tragedia devastadora para una familia” y agregó que es una pena que “frecuentemente se soporta en silencio” y cuyo alcance es de ámbito mundial.

“Cada 16 segundos, una madre en algún lugar sufrirá la tragedia indescriptible de parir un mortinato. Más allá de la pérdida de vidas, los costos psicológicos y financieros para las mujeres, las familias y las sociedades son graves y duraderos”, abundó.

Según Fore, esto no debería ocurrir ya que la mayoría de los casos de mortinatos “podría evitarse con un monitoreo de alta calidad, una atención prenatal adecuada y una partera capacitada”.

Una futura madre se prepara para dar a luz en Calcuta (India).
UNICEF/Rahani Kaur
Una futura madre se prepara para dar a luz en Calcuta (India).

La COVID-19, un riesgo adicional

“Más del 40% de los casos de mortinatos ocurren durante el alumbramiento, una pérdida que podría evitarse si se contara con un trabajador sanitario capacitado durante el parto y en la atención obstétrica de emergencia adecuada. Alrededor de la mitad de los mortinatos en África subsahariana y Asia Central y Meridional se producen durante el trabajo de parto, en comparación con el 6% en Europa, América del Norte, Australia y Nueva Zelanda”, resalta el informe.


 Esta situación podría agravarse aún más debido a la COVID-19.  Si la pandemia llega a reducir los servicios de salud a la mitad podría causar casi 200.000 casos adicionales de mortinatos durante un período de doce meses en 117 países de ingresos bajos y medianos.

La mortinatalidad no solo sucede en países pobres

En 2019, 39 países de altos ingresos tuvieron un número mayor de mortinatos que de muertes neonatales y en quince naciones esos casos superaron al de muertes infantiles.

El estudio indica que uno de los mayores factores de desigualdad en los países de altos ingresos es el nivel de educación de la madre y que las tasas de mortinatalidad son más altas en las zonas rurales que en las urbanas, en este último caso, sin diferencia en el tipo de nivel de ingreso en el país

“Por ejemplo, en Nepal, las mujeres de castas bajas tuvieron tasas de mortinatalidad entre un 40% y un 60% más altas que las mujeres de castas superiores”.

Del mismo modo, las minorías étnicas de los países de altos ingresos suelen carecer de acceso a una atención sanitaria adecuada. En el informe se observa que las mujeres afroamericanas de Estados Unidos están expuestas a casi el doble de riesgo de mortinatalidad que las mujeres blancas.
 

 * El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Grupo del Banco Mundial y la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas.