Jessica Hernández transporta sobre su espalda una de las lavadoras que alquila a los vecinos de Soacha, Colombia

Abriéndose camino, con una lavadora a la espalda

Fundación Microfinanzas BBVA
Jessica Hernández transporta sobre su espalda una de las lavadoras que alquila a los vecinos de Soacha, Colombia

Abriéndose camino, con una lavadora a la espalda

Mujer

Jessica Hernández cría a sus cuatro hijos y gestiona dos pequeños negocios en Soacha, a las afueras de Bogotá. Ha pasado años andando por su barrio cargando una lavadora que alquila  a sus vecinos.

Jessica Hernández ha sacado adelante a sus cuatro hijos ella sola, cargando una lavadora sobre su espalda.

Esta mujer de 28 años se gana la vida alquilando lavadoras y cosiendo ropa para niños. 

 Jessica vive en una de las zonas más deprimidas de Bogotá: Soacha. Un barrio sin sistema de alcantarillado, ni agua corriente a donde llegan los que huyen de la violencia de los grupos guerrilleros o los delincuentes comunes. “Mi barrio es muy bonito a pesar de todas las cosas que le hacen falta”, dice. La frase resume la actitud vital de Jessica, que gracias a su trabajo ha logrado comprarse un refrigerador, arreglar el techo de su casa y comenzar a ahorrar para pagar la educación de sus hijos.

Esta semana ha estado en Nueva York para contar en la ONU cómo ha logrado prosperar.  Es la primera vez que sale de Colombia. "El viaje súper, riquísimo, soleadito, despejado, se podía ver para abajo…totalmente chévere”, relata.

 “Toda mi vida he trabajado”, cuenta en una entrevista con Noticias ONU. “Yo trabajaba en el campo con mi mamá desde muy niña. Desde que tengo uso de memoria he trabajado. En el campo atendíamos a las gallinas, íbamos a recoger cacao, a sembrar maíz, a recoger café”.

Recuerda su infancia como “un poco dura”. La muerte de su madre, cuando ella tenía ocho años, hizo que tuviera que abandonar su Bucaramanga natal para irse a la ciudad con un padre al que nunca había visto. “Yo acompañaba a mi mamá en los cultivos. Todo lo hacíamos juntas. De tener esa amiga, madre, compañera y de un momento a otro ya no está”, recuerda.

Terminó el bachiller, pero se casó muy joven y enseguida tuvo a su primer hijo. Dejó un técnico de mercado y ventas a medias.

 

Alquiler de lavadoras

Jessica participó en un proyecto de viviendas saludables organizado por ACNUR, el PNUD y la Organización Panamericana de la Salud. “El trabajo como agente comunitaria me sirvió para darme cuenta de que había personas que estaban en la misma situación que yo.  Les faltaban recursos para tener lavadora propia y no había quién las alquilara. Yo dije vamos a hacer rentable esto. Tenemos lavadora en casa y tenemos una entrada económica”, explica.

Jessica comenzó a alquilar lavadoras por horas. Las cargaba sobre sus hombros y las llevaba de casa en casa. “Empecé un proyecto que necesitaba agua donde no la hay. El agua llega cada 15 días, cada mes… me afecta muchísimo. Cuando monté el negocio más de uno me dijo vas a fracasar. Yo dije déjeme con mi fracaso, tengo lavadora en la casa. Seguí con mi terquedad y fue muy favorable. Compré tres lavadoras más”, añade.

Llegó a tener más de cien clientes. “Tuve acaparado todo el barrio. No hay casa que no hubiera entrado, persona que yo no conozca. Me volví un referente”, cuenta. 

Todo iba bien hasta que el último de sus hijos nació con problemas en los bronquios y tuvo que ser hospitalizado. Jessica se separó del papá de los niños “porque era muy irresponsable”. Las lavadoras necesitaban repuestos.

Micropréstamos para emprendedores

Entonces conoció la iniciativa Bancamía de la Fundación Microfinanzas del BBVA. Sacó un primer crédito que le sirvió para reparar la lavadora y comprar tres más.

El negocio de las lavadoras tuvo tanto éxito que otros vecinos le copiaron la idea “al pie de la letra”, se queja.

Pero es un trabajo físicamente muy duro, así que Jessica empezó a hacer otras cosas. “Quiero exigirme más y sé que puedo dar más. Abrí un segundo crédito y empecé a confeccionar ropa con la abuelita de los niños”. Además, ha empezado a estudiar confección industrial. Aunque dedica casi todo su tiempo y energías al nuevo negocio, que “es como un bebé recién nacido”, no ha abandonado las lavadoras. “Yo dije ¿por qué las voy a dejar a un lado si es mi idea? Pues vamos a alquilarlas por días y me sale más rentable”, explica.

Su motivación, dice, es ver a sus hijos con estudios superiores. “Son cuatro, así que me va a costar mucho dinero”. Quiere terminar sus estudios y construirse una casa en un lugar con mejores conexiones de transporte y con servicios.

Jessica Hernández en las calles de Soacha, en Colombia
Fundación Microfinanzas BBVA
Jessica Hernández en las calles de Soacha, en Colombia

 

Ejemplo de éxito

Jessica estuvo en la ONU en un acto, sobre el papel de las mujeres en la innovación y la inclusión financiera, organizado por el Gobierno español, el colombiano, ONU Mujeres y la Fundación Microfinanzas BBVA.

El trabajo de la Fundación se enmarca en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la hoja de ruta de la ONU para lograr un mundo más próspero y menos desigual en 2030. Para el director del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), Achim Steiner, "la inclusión financiera es clave para el cumplimiento de los ODS".

El mensaje de Jessica para otras mujeres que pasan por dificultadas es que no se dejen vencer por los inconvenientes. “Nosotros mismos nos ponemos los obstáculos. Cuando uno quiere, uno sale adelante”, dice. “La capacidad está en cada cuál, no por fuera. Nadie tiene que hacer nada por ti porque uno es el que se preocupa por sí mismo. Si yo digo voy a cambiar, yo voy a mejorar. Yo lo hago”.

Asegura que nunca imaginó que hablaría en la ONU y no entiende porqué su historia interesa a los medios. La fuerza, dice, la saca de sus hijos: “Como nosotros los eduquemos, nosotros los forjemos, estaremos forjando la sociedad”.

Producción: Beatriz Barral