Día Mundial del Sida: Para acabar con la enfermedad, hay que terminar con las desigualdades

Una chica chadiana de diecisiete años sonríe al saber que no tiene el VIH.
UNICEF/Frank Dejong
Una chica chadiana de diecisiete años sonríe al saber que no tiene el VIH.

Día Mundial del Sida: Para acabar con la enfermedad, hay que terminar con las desigualdades

Salud

Finiquitar la epidemia de sida requiere centrarse en aquellas personas en mayor situación de riesgo, y acelerar la introducción de nuevos métodos de diagnóstico y prevención ya existentes, destaca la agencia sanitaria regional de la ONU. El programa de la ONU sobre la enfermedad alerta que la inacción puede producir un repunte de hasta 7,7 millones de muertes en los próximos 10 años.

La Organización Panamericana de la Salud y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) advirtieron este miércoles que entre 2010 y 2020 siguió sin descender el número de nuevas infecciones por VIH en América Latina.

Con motivo del Día Mundial del sida, ambas organizaciones instaron a incrementar las acciones para alcanzar la meta de eliminar la enfermedad en 2030 tras casi dos años de interrupciones ocasionadas por la pandemia del COVID-19.

“El VIH no nos afecta a todos por igual. Hay personas con mayor riesgo de infectarse, que siguen siendo víctimas de estigma y discriminación, y que no tienen acceso a los métodos de prevención o a la atención que necesitan, y eso es inaceptable”, afirmó la directora de la Organización.

Carissa F. Etienne destacó que para acabar con la enfermedad “debemos enfocarnos en aquellas personas en mayor riesgo, y en acelerar la introducción de nuevos métodos de diagnóstico y prevención existentes, así como en garantizarles el acceso al tratamiento más efectivo en forma temprana”, destacó.

El lema del Día Mundial del Sida de este año, “Pon fin a las desigualdades. Pon fin al sida”, busca confrontar las desigualdades que provoca el virus y su enfermedad, y que dificultan el acceso a los servicios esenciales relacionados con el VIH, en especial a las personas más afectadas que se han quedado atrás.

La inmensa mayoría de personas están diagnosticadas

La OPS y ONUSIDA estiman que viven con VIH en América Latina y el Caribe 2,4 millones de personas. Entre ellas, el 81% están diagnosticadas, el 65% reciben tratamiento y el 60% lograron eliminar la carga viral.

Las muertes relacionadas con la enfermedad se redujeron un 27% desde 2010 y el porcentaje de personas a las que se diagnosticó el VIH tardíamente bajó del 33% en 2016 al 25% el año pasado.

“Para acabar con el sida en 2030, debemos eliminar urgentemente las desigualdades económicas, sociales, culturales y legales que provocan esta y otras pandemias en nuestra región", dijo la directora regional interina de ONUSIDA para América Latina y el Caribe, Alejandra Corao.

Prueba del sida en un centro médico de Cote D'Ivore
UNICEF / Frank Dejongh
Prueba del sida en un centro médico de Cote D'Ivore

El COVID-19 pudo ralentizar las metas para acabar con el sida

Según los datos de 20 países, la pandemia del coronavirus afectó el año pasado a los servicios relacionados con el VIH, comprometiendo la disponibilidad de los tratamientos e interrumpiendo la prestación de servicios, como las actividades de prevención, las pruebas de VIH (que cayeron un 34% respecto de 2019) y de otras infecciones de transmisión sexual, así como la terapia antirretroviral entre las personas recién diagnosticadas.

Las dos organizaciones advierten que, al reducirse el número de pruebas y de resultados positivos encontrados, existe un riesgo significativo de retroceso en el avance de las metas de eliminación y creen que es necesario reforzar los servicios de salud comunitarios y financiarlos adecuadamente.

COVID-19, vacuna en menos dos años; Sida, cuarenta años sin vacunas

Por su parte, el director general de la Organización Mundial de la Salud recordó que, tras más de cuatro décadas de epidemia global de sida, todavía no se dispone de una vacuna para curar la enfermedad, mientras que contra el coronavirus se ha tardado menos de 24 meses en obtener varias.

“Dos años después de la pandemia de COVID-19, no tenemos una sino muchas vacunas, y muchas otras herramientas eficaces. Este virus ha demostrado que no va a desaparecer sin más. De nosotros depende cuántas personas y medios de vida más se cobre. Acabar con la pandemia no es una cuestión de azar; es una cuestión de elección”, recalcó el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Cuando se cumplen más de cuarenta años desde la aparición del virus, la Organización estima que el número de infectados durante el año pasado fue de 1,5 millones y el de personas que fallecieron por causas relacionadas con la enfermedad ascendió a 700.000.

“La pandemia de COVID-19 ha empeorado las cosas, con la interrupción de los servicios sanitarios esenciales, entre ellos los del VIH. A esto se suma el hecho de que las personas con VIH son especialmente vulnerables al COVID-19. La desigualdad está en la raíz de la crisis del sida”, destacó.

El lazo rojo es el símbolo de la campaña mundial para combatir el VIH-SIDA
Public Health Alliance/Ukraine
El lazo rojo es el símbolo de la campaña mundial para combatir el VIH-SIDA

La inacción puede provocar más de 7 millones de muertos a diez años vista

Tedros explicó que ya disponemos de las herramientas para acabar con la epidemia y que solo falta “usarlas bien”. Al mismo tiempo, recordó la dura advertencia que lanzó ONUSIDA este lunes cuando indicó que la inacción contra la enfermedad puede producir un repunte de hasta 7,7 millones de muertes por sida en los próximos 10 años.

“Pero si logramos cumplir con los objetivos de la Estrategia Mundial contra el Sida 2021-2026, y nos comprometemos con nuestras estrategias mundiales del sector sanitario de la OMS, se podrían salvar 4,6 millones de vidas”, alertó.

En opinión de Tedros, las tres prioridades que deberían seguir los países son:

  • Renovar el compromiso de acabar con el VIH convirtiéndolo en una prioridad política y presupuestaria
  • Reanudar los servicios sanitarios esenciales, para que todas las personas en cualquier lugar tengan acceso a la prevención, las pruebas, el tratamiento y la atención del VIH y el COVID-19
  • Concentrar los esfuerzos en las poblaciones marginadas que se han quedado atrás

“Se lo debemos a los que han perdido la vida por el VIH y el COVID-19, y a los que siguen enfrentándose a la amenaza de estas enfermedades, a fin de trabajar por unos sistemas sanitarios más sostenibles y resistentes que protejan a nuestras comunidades en el futuro”, sentenció.