El control del último brote de ébola deja enseñanzas para el combate al COVID-19

Enfermeras celebran el fin de la epidemia de ébola en el noreste de la República Democrática del Congo
© UNICEF/Jean-Claude Wenga
Enfermeras celebran el fin de la epidemia de ébola en el noreste de la República Democrática del Congo

El control del último brote de ébola deja enseñanzas para el combate al COVID-19

Salud

El fin del brote en la República Democrática del Congo se logra tras más de cinco meses de trabajo conjunto del gobierno y la agencia de salud de la ONU, que insta a aplicar la experiencia adquirida en la gestión de esta enfermedad en los planes de respuesta a la pandemia de coronavirus. Por ejemplo, la tecnología utilizada para mantener la vacuna contra el ébola a temperaturas extremadamente frías será útil cuando se transporte una vacuna contra el COVID-19.

El undécimo brote de ébola en la República Democrática del Congo ha terminado, declaró este miércoles la Organización Mundial de la Salud (OMS), luego de casi seis meses de labor conjunta con las autoridades de ese país para combatir la emergencia.

El brote comenzó a principios de junio en el noroeste congoleño y contagió a 130 personas, causando la muerte de 55 de ellas.

El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que se trata de “un gran logro que demuestra que juntos podemos superar cualquier desafío sanitario”.

Vacunación

La respuesta al ébola se basó en gran parte en la vacunación de más de 40.000 personas en alto riesgo de contraer la enfermedad y, según explicó en un comunicado la agencia de la ONU, ésta podría ser una lección para las estrategias de combate al COVID-19.

Al igual que las posibles vacunas contra el COVID-19, la inmunización contra el ébola debe mantenerse a muy baja temperatura para que no pierda sus propiedades.

En este sentido, el director regional de la Organización Mundial de la Salud  para África consideró que haber superado uno de los patógenos más peligrosos en comunidades remotas y de difícil acceso muestra lo que se puede hacer cuando la ciencia y la solidaridad se unen.

“La tecnología utilizada para mantener la vacuna contra el ébola a temperaturas extremadamente frías será útil cuando se transporte una vacuna COVID-19 a África. Frenar el ébola en medio de la pandemia del coronavirus no ha sido fácil, pero gran parte de la experiencia que hemos adquirido en una enfermedad se puede transferir a la otra y subraya la importancia de invertir en la preparación para emergencias y el desarrollo de la capacidad local”, enfatizó el doctor Matshidiso Moeti.

La respuesta a ambas enfermedades implica identificar, aislar, comprobar y tratar cada caso, así como rastrear sin descanso los contactos. La innovadora respuesta al ébola incluye congeladores ARKTEK especiales que pueden almacenar vacunas en el terreno hasta por una semana, permitiendo que los trabajadores de salud vacunen a las personas en áreas sin electricidad.

Muchas de las zonas afectadas en la República Democrática del Congo eran accesibles sólo por barco o helicóptero y tenían telecomunicaciones limitadas, además de que había una huelga entre los proveedores de servicios de salud.

Un telón de plástico separa a una madre de su hijo en un centro para tratar el ébola en Beni, en la provincia de Kivu del Norte, República Democrática del Congo.
© UNICEF/Thomas Nybo
Un telón de plástico separa a una madre de su hijo en un centro para tratar el ébola en Beni, en la provincia de Kivu del Norte, República Democrática del Congo.

Escasez de fondos

A estas dificultades se sumó la carencia de recursos internacionales para su combatir el brote, lo que obligó a la OMS a recurrir a fondos de emergencia para financiar los operativos epidemiológicos y de salud pública.

Cuando surgió el nuevo brote, la República Democrática del Congo iba ganando una batalla de casi dos años contra el padecimiento en la región oriental del país, que provocó la muerte de 2280 personas.

El coordinador humanitario de la ONU en ese país, David McLachlan-Karr, destacó la participación de las comunidades para detener el brote rápidamente y elogió la estrecha cooperación entre la República Democrática del Congo y la vecina República del Congo, para evitar que la enfermedad cruzara el río que marca la frontera entre ambos.

El virus del Ébola se descubrió por primera vez en 1976 y el peor brote ocurrió de 2014 a 2016. El resultado de esa epidemia fueron 10.000 decesos, también propició el desarrollo de una vacuna altamente eficaz y de varios tratamientos para la enfermedad.

Los estudiantes de primaria en Mbandaka, en la República Democrática del Congo, deben lavarse las manos y medir su temperatura antes de entrar a clases (foto de archivo).
© UNICEF/Jonathan Shadid
Los estudiantes de primaria en Mbandaka, en la República Democrática del Congo, deben lavarse las manos y medir su temperatura antes de entrar a clases (foto de archivo).

Los niños

El representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en la República Democrática del Congo llamó la atención sobre las necesidades especiales de los niños.

“Aunque el brote haya acabado, los niños afectados por la epidemia de ébola seguirán necesitando atención y cuidados especiales ahora que las comunidades afectadas comiencen a volver a la normalidad”, dijo Edouard Beigbeder.

UNICEF ha brindado atención y apoyo psicosocial a cientos de niños cuyos padres o cuidadores enfermaron o murieron a causa del ébola.

Este respaldo debe continuar ya que los niños que son especialmente vulnerables al aislamiento, el estigma, la desnutrición o la pobreza.

“Durante la última epidemia que azotó al país, trabajamos con nuestros socios para satisfacer las necesidades físicas, psicológicas y sociales únicas de los niños, lo que incluyó cuidar el bienestar de los padres y familiares sobrevivientes”, agregó Beigbeder.

UNICEF informó que seguirá reforzando el sistema nacional de salud para hacerlo más efectivo en la respuesta a futuras epidemias. También trabaja en programas para sobrevivientes de ébola.

Asimismo, el Fondo asistirá a las autoridades sanitarias locales para garantizar que las madres y los niños de las zonas afectadas por el ébola sigan recibiendo atención sanitaria básica de calidad, lo que supone mejorar el agua y el saneamiento en los centros de salud, promover las prácticas de higiene en las comunidades afectadas y dar apoyo psicosocial a los sobrevivientes del ébola, así como a los niños afectados por la epidemia.