Foto Archivo: Una niña de 5 años frente al pequeño supermercado de sus padres en el empobrecido barrio de Altos de Cazucá , en el municipio de Soacha, en las afueras de Bogotá, Colombia.

Crece la pobreza extrema en América Latina

© UNICEF/DeCesare
Foto Archivo: Una niña de 5 años frente al pequeño supermercado de sus padres en el empobrecido barrio de Altos de Cazucá , en el municipio de Soacha, en las afueras de Bogotá, Colombia.

Crece la pobreza extrema en América Latina

Asuntos económicos

Para paliar la situación es necesario poner en marcha más políticas de protección social y redistribución de los ingresos y adoptar medidas encaminadas a mejorar el mercado laboral. Chile, El Salvador y la República Dominicana lograron una mayor reducción de pobreza gracias al aumento de los salarios en los hogares con menos recursos.

El número de personas viviendo en pobreza extrema en la región aumentó el año 2017 a niveles registrados una década atrás, según se desprende de un nuevo estudio sobre el panorama social regional. Sin embargo, la desigualdad disminuyó desde el año 2000.

Un nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que durante el año 2017 el 30,2% de la población, alrededor de 184 millones, vivía en condiciones de pobreza, en tanto que un 10,2%, unos 62 millones, se encontraba en condiciones de pobreza extrema, el porcentaje más alto desde el año 2008.

Las proyecciones para el 2018 apuntan a un ligero retroceso en los niveles de pobreza, ya que disminuiría en unos dos millones de personas, pero al mismo  habría que añadir un millón de individuos a quienes viven en situación de pobreza extrema.

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Ante estos desafíos, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, pidió fomentar “políticas públicas complementarias de protección social e inclusión laboral, y redistributivas en materia de ingresos”. 

Menos desigualdad desde el año 2000

Durante el quinquenio 2012-2017, Chile, El Salvador y la República Dominicana lograron una mayor reducción de pobreza gracias al incremento de los salarios en los hogares con menos recursos, mientras que en Costa Rica, Panamá y Uruguay se produjo el mismo fenómeno por las pensiones y transferencias recibidas.

El informe también destaca que desde el inicio del siglo XXI disminuyó notablemente la desigualdad de los ingresos en la región.

Uno de los factores que tenido un importante papel en la reducción de la desigualdad fue que un gran porcentaje, un 51,4% en 2016, del presupuesto público de los gobiernos centrales se destinó a gasto social, dedicándole una media del 11,2% del PIB en 17 países durante 2016, el promedio más alto desde el año 2000.

Mujeres y jóvenes con salarios demasiado bajos

Sin embargo, una media de aproximadamente el 40% de la población ocupada percibe ingresos inferiores al salario mínimo de su país. Esas cifras se incrementan notablemente cuando hablamos de mujeres (48,7%) y de jóvenes con edades entre los 15 y los 24 años (55,9%).

La situación en el segmento de población joven femenina es especialmente delicada ya que el porcentaje se dispara al 60,3% y, por ello, la CEPAL insta a “implementar políticas universales sensibles a las diferencias para cerrar las brechas de acceso que afectan a los distintos grupos de la población, así como reconocer el escenario de nuevos y antiguos riesgos que inciden en la sociedad en su conjunto, indica la Comisión”.

El trabajo doméstico no remunerado

Asimismo, la participación de las mujeres en el mercado laboral durante el año 2017 continuó muy por debajo de la de los hombres, un 50,2% frente a un 74,4%. Además, más de la mitad trabajan en sectores de baja productividad y el 80% no cotizan en un sistema de pensiones.

El estudio de la CEPAL también destaca que el desempleo femenino fue casi tres puntos más alto que el masculino y que las mujeres realizan el 77% del trabajo no remunerado en el hogar.

“Sin políticas públicas adecuadas que aborden materias claves como la formación y el empleo de las mujeres en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, que contribuyan a evitar la precarización de los empleos y que promuevan la corresponsabilidad en los sistemas de cuidado, las mujeres no solo podrían perderse los beneficios de los empleos del futuro, sino que, además, corren el riesgo de que se perpetúen las brechas existentes y las carencias de trabajo decente que las afectan en la actualidad”, destaca el informe.