Hambre, enfermedad e infancia perdida: tres dimensiones de la tragedia siria

Un niño de cinco años porta un bidón de agua vacío en el campamento de Al-hol, en el noreste de Siria.
UNICEF/Souliman
Un niño de cinco años porta un bidón de agua vacío en el campamento de Al-hol, en el noreste de Siria.

Hambre, enfermedad e infancia perdida: tres dimensiones de la tragedia siria

Ayuda humanitaria

Los siete años de conflicto en Siria han generado una crisis a todos los niveles. El pueblo no tiene acceso a recursos sanitarios ni alimentos, y los niños se ven privados de su infancia para combatir.

El Programa Mundial de Alimentos realiza un llamamiento para pedir que se permita un acceso seguro y sin trabas para entregar suministros humanitarios a los más afectados.

La crisis siria ha provocado el desplazamiento de un tercio de su población, que se presenta altos niveles de hambruna. Cerca de 6,5 millones de sirios padecen inseguridad alimentaria y cuatro millones se encuentran en riesgo, lo que supone el doble que el año pasado.

“Cada día que pasa es un día más que hemos fallado al pueblo sirio”, dijo Jakob Kern, representante del Programa Mundial de Alimentos para Siria.

Desde el inicio del conflicto, los alimentos han alcanzado precios sin precedentes. Por ejemplo, el pan, un bien de primera necesidad, es ocho veces más caro.

“Somos humanos. Somos civiles. No nos merecemos esto. Los niños se mueren de hambre y no tenemos comida”, señaló un residente de Guta Oriental al PMA.

Una tragedia sanitaria

En este contexto, la Organización Mundial de la Salud ha reiterado la necesidad de proteger a los trabajadores sanitarios y permitir el acceso a las poblaciones sitiadas. Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general, ha señalado que “cada ataque destruye comunidades y afecta al sistema, perjudicando la infraestructura y reduciendo el acceso de los más vulnerables a servicios médicos”.

La tragedia sanitaria tiene que terminar.

Los siete años de conflicto han acabado con el sistema sanitario: más de la mitad de los hospitales y las clínicas se encuentran cerrados o funcionan de forma parcial, mientras más de once millones de personas necesitan asistencia médica.

Los datos de 2018 no resultan alentadores, dado que ya se han verificado sesenta y siete ataques durante los primeros dos meses, lo que supone más de un 50 % de los sufridos en 2017.

Los sistemas más afectados son los que se encuentran en las zonas más necesitadas. Según las estimaciones, cerca de tres millones de sirios vive en localidades sitiadas o que presentan dificultades de acceso, por lo que los suministros sanitarios son escasos.   

“Resulta inaceptable que niños, mujeres y hombres mueran por heridas o enfermedades que son fáciles de prevenir y tartar”, declaró Tedros.

Generalmente el material médico que los convoyes portan a las áreas más perjudicadas regresa al almacén. Este es el caso de Guta Oriental, donde la intervención de las autoridades provocó que se devolviera el 70 % de los suministros.

“El sufrimiento del pueblo sirio debe terminar. Urgimos a las partes del conflicto a acabar con los ataques contra la salud, proporcionar acceso a todos aquellos que necesitan asistencia sanitaria y, sobre todo, finalizar este devastador conflicto”, añadió Tedros.

Una mujer espera que la dejen entrar a ver a sus familiares en la zona sitiada de Madaya.
UNICEF/Al Saleh, PMA
Una mujer espera que la dejen entrar a ver a sus familiares en la zona sitiada de Madaya.

 

Los hijos de la guerra

El coordinador regional de Asuntos Humanitarios para Siria, Panos Moumtzis, señaló que el 40 % de los más de trece millones de sirios que precisan asistencia humanitaria para sobrevivir son niños. En 2017, novecientos diez menores murieron y trescientos sesenta y uno resultaron gravemente heridos. Pero las amenazas no terminan aquí. El reclutamiento de niños soldados continúa aumentando.

Resultan escandalosos el alcance y la gravedad de los crímenes cometidos contra los niños.

“En 2017, el 25 % de los casos implicaban a niños y niñas menores de quince, lo que, por supuesto, constituye un crimen de guerra y está prohibido de acuerdo con el derecho internacional humanitario”, declaró el coordinador.

Nueve de cada diez niños reclutados participan en el combate: en uniforme, armados y con formación militar. Al crecer dentro del conflicto, no les quedan muchas alternativas; puede que no tengan escapatoria, dado que ser ejecutados o detenidos parecen ser las únicas salidas”.

Según el representante, no existe ninguna justificación para los ataques que sufren los niños en Siria ni para las muertes por falta de cuidados médicos. Siria requiere paz y estabilidad, no palabras, añadió.