
¿Qué tiene la música de los campesinos latinoamericanos para ser patrimonio de la humanidad?
El Punto cubano y los Cantos de los Llanos de Colombia y Venezuela entran en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.
Son las músicas de los campesinos. Las que se cantan mientras se ordeña, se ara el campo y los guateques cuando ha terminado la jornada de trabajo. Son músicas que no cuentan con videos que se hacen virales y que no suenan en los teléfonos de los jóvenes de las ciudades. Pero el Punto cubano y los Cantos de los Llanos de Colombia y Venezuela contienen una forma de ver la vida. Un legado que, para la UNESCO, vale la entrada en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
El Punto cubano ha sido reconocido por propiciar el diálogo y expresar los sentimientos, conocimientos y valores de las comunidades que tocan y cantan.
Nació entre los españoles asentados en el siglo XVII en los campos de Cuba que, con instrumentos de cuerda, como el laúd y la guitarra, cantaban a la vida campestre, la nostalgia, el amor. Pero la canción guajira se enriqueció con otros ritmos nacidos en la isla como la guaracha y el son.
La década de 1940-1950 es considerada la Edad de Oro del Punto Cubano, que se popularizó en la isla gracias a la radio y a programas de televisión como Palmas y Cañas.
Las técnicas del punto guajiro se transmiten esencialmente por medio de la imitación, y también mediante un programa de enseñanza impartido en las Casas de Cultura de todo el país.
El canto como instrumento de trabajo
Los cantos de trabajo de Los Llanos de Colombia y Venezuela entran en la lista, pero con el añadido de que se requiere medidas urgentes para salvaguardarlos.
“Lo que la gente entiende es mucho más que el canto de trabajo, es la vida tradicional del Llano, la vida del ato tradicional, la vida del fondo tradicional, la vida del camino real ganadero, la vida del caserío”, explica Carlos Ortegón, uno de los ganaderos de la zona, en el documental “Cantos de trabajo de Los Llanos de Colombia y Venezuela”.
Estas canciones a capela, que los ganaderos y agricultores cantan mientras trabajan, se ven amenazadas por la modernización de la región.
“Es una orientación a un desarrollo de la región que no está de acuerdo con el medio: siembra d palma africana para sacar biodiesel, la extracción de petróleo y gas no está de acuerdo con el medio, ni con la población”, explica María Eugenia Romero, especialista en la cultura de esta región.
Además de enseñarse de padres a hijos, hay encuentros culturales y se organizan festivales de canto para conservar estas canciones.
“Existe todavía una generación que está luchando porque esos valores y esas expresiones culturales no desaparezcan”, dice Eduardo Mantilla Trejo. “Para que las costumbres de nuestro llano que están bastante desaparecidas, vuelvan a revivir”, añade Nelson Díaz.
El objetivo, de la UNESCO y de los que siguen tocando y cantando estas músicas, es que los campos no queden e silencio.
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
La UNESCO considera que el patrimonio cultural no se limita a los monumentos o los objetos artísticos, sino que incluye también conocimientos, destrezas y expresiones que se transmiten de generación en generación. Es un patrimonio intangible, imprescindible para la diversidad cultural en la era de la globalización.
En 2003, la UNESCO adoptó la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial. Desde entonces, 175 de los 195 países miembros de la UNESCO han ratificado esta convención y 429 elementos han sido incluidos en la lista.
Además de ganar visibilidad, entrar en lista obliga a los países efectuar inventarios del patrimonio cultural inmaterial y actualizarlos regularmente. La Convención propone además diversas medidas de salvaguardia y destinadas a sensibilizar al público y promover actividades educativas en relación con el patrimonio cultural inmaterial.
Explora la lista de Patrimonio Cultural inmaterial
Testimonios y músicas extraídos de los documentales.
El punto (Cuba). Grupo Guijarro, Consejo Nacional de Casas de Cultura, 2016