La FAO y la OIE unen fuerzas contra un virus que mata cada año a millones de ovejas y cabras en el mundo

La FAO y la OIE unen fuerzas contra un virus que mata cada año a millones de ovejas y cabras en el mundo

La peste que afecta a cabras y ovejas supone una grave amenaza para los pequeños ganaderos. Foto: FAO/Giulio Napolitano
La FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) han unido sus fuerzas para ayudar a enfrentar la peste de los pequeños rumiantes, enfermedad viral que mata cada año a millones de ovejas y cabras.

Esa devastadora enfermedad del ganado sigue incrementando su alcance mundial y ya está presente en 76 países.

Según un comunicado de la FAO, Georgia informó recientemente por vez primera de la enfermedad, mientras que se ha producido un nuevo brote en las Maldivas, lo que demuestra que incluso los Estados insulares son vulnerables a esta plaga.

El brote en Georgia, cerca de la frontera con Armenia y Azerbaiyán, significa que la enfermedad ha llegado a un nuevo territorio. La dolencia es especialmente letal cuando entra en contacto con animales no protegidos.

Los expertos de la FAO y la OIE recomendaron a esos países medidas de control que incluyen la vacunación de 800 000 ovejas y cabras, además del establecimiento de zonas de cuarentena y la intensificación de la vigilancia de los animales en las regiones adyacentes.

Los brotes - que se producen inmediatamente después de episodios similares en el oeste de Turquía y China continental- ponen de relieve los riesgos planteados por un virus que puede matar hasta el 90 por ciento de los animales que infecta en pocos días.

En las últimas dos décadas, la peste de los pequeños rumiantes se ha extendido rápidamente, sobre todo en África, Asia y el Próximo Oriente, donde viven cerca del 80 por ciento de los 2,1 millones de pequeños rumiantes del mundo.

La enfermedad causa cada año pérdidas de más de 2.000 millones de dólares. Más allá del perjuicio económico, los animales enfermos contribuyen a la inseguridad alimentaria y a los problemas nutricionales que sufren los más de 300 millones de familias que crían ovejas y cabras en las regiones afectadas.