Grupo de expertos insta a Bélgica a tomar medidas en materia de combatientes extranjeros

Elzbieta Karska (izq.) y Gabor Rona, integrantes del Grupo de Trabajo sobre el uso de mercenarios.  Fot de archivo: ONU/Mark Garten
Elzbieta Karska (izq.) y Gabor Rona, integrantes del Grupo de Trabajo sobre el uso de mercenarios. Fot de archivo: ONU/Mark Garten

Grupo de expertos insta a Bélgica a tomar medidas en materia de combatientes extranjeros

Bélgica es el país europeo con el mayor número de combatientes extranjeros per cápita en conflictos en terceros países, como Siria e Iraq, por ello debe desarrollar una visión nacional a todos los niveles que aborde esa situación, apuntó el Grupo de Trabajo de la ONU sobre el uso de mercenarios al concluir hoy una visita oficial al país europeo.

Los expertos advirtieron que de no tomar medidas, el país afrontará una amenaza importante.

“La necesidad de detener este problema mediante esfuerzos colectivos sólidos hace imperativo que todos los sectores de la sociedad belga se comprometan en la búsqueda de soluciones”, aseveró Elzbieta Karska, presidenta del Grupo.

Durante la visita de cinco días, los expertos reunieron información que indica que actualmente hay unos 207 belgas en Siria y que 77 más han muerto. Además, 128 han regresado y 62 no pudieron ingresar a Iraq o bien se les hizo volver. De ellos, 46 han sido procesados por estar asociados con el grupo Sharia4Belgium.

Los datos recabados por el Grupo de Trabajo indican que el reclutamiento se hace por medios informales y por las redes sociales entre quienes tienen amigos o familiares en Siria. Los reclutadores reciben una paga según el número de combatientes que consigan y la cantidad de ellos que se case en Siria.

Karska explicó que los perfiles de los combatientes son variados y que la edad máxima ronda los 23 años.

Agregó también que la cifra de mujeres que se suman a ese fenómeno aumenta cada vez más.

El Grupo de Trabajo urgió al gobierno belga a adoptar un enfoque basado en los derechos humanos y la inclusión para evitar que quienes viven en las comunidades más marginadas opten por irse a combatir a los países en conflicto.

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