FAO destaca papel de escuelas rurales para niños afectados por VIH-SIDA en África

FAO destaca papel de escuelas rurales para niños afectados por VIH-SIDA en África

Las escuelas de campo para los niños vulnerables afectados por la epidemia de VIH-SIDA tienen cada día un papel más importante en África subsahariana, informó hoy la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Estas escuelas enseñan a estos jóvenes, muchos de ellos huérfanos, los principales conocimientos agrícolas, garantizándoles así medios de vida sostenibles y seguridad alimentaria a largo plazo.

La FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) publicaron un nuevo manual sobre la forma de establecer una “Escuela de campo y vida para jóvenes”.

“Los niños y los jóvenes soportan la carga más pesada en la crisis provocada por el SIDA”, señaló Marcela Villarreal, directora de la División de Género, Igualdad y Empleo Rural de la FAO.

Agregó que, en ausencia de sus padres, estos menores se vuelven “más vulnerables al hambre y la pobreza, la enfermedad, el conflicto, la explotación sexual, la migración forzada y la degradación medioambiental”

En este sentido, explicó que las escuelas son un intento de dar a los huérfanos los medios y la confianza para sobrevivir en un entorno a veces muy difícil.

El número de huérfanos y de niños vulnerables está creciendo en África subsahariana, como una grave secuela de la epidemia de SIDA, los conflictos y el desplazamiento de la población. Actualmente, esa región cuenta con más de 40 millones de huérfanos, de los cuales unos 11,4 millones lo son a causa del SIDA.

A partir de 2004, la FAO ha establecido proyectos muy exitosos de Escuelas de campo y vida para a varios miles de jóvenes en once países africanos: Camerún, Kenya, Malawi, Mozambique, Namibia, Sudán, Swazilandia, Tanzania, Uganda, Zambia y Zimbabwe. Los socios colaboradores son los gobiernos nacionales, organizaciones no gubernamentales, las instituciones locales y el PMA.

Las escuelas intentan mejorar las vidas de niños y jóvenes de entre 12 y 18 años que viven en comunidades con inseguridad alimentaria y con un fuerte impacto de VIH y SIDA, en particular en áreas rurales. Cuando los padres u otros miembros de la familia caen enfermos, los niños deben de implicarse con frecuencia en la producción y procesado de los alimentos. Como resultado, los menores se ven obligados a abandonar la escuela de forma temporal o definitiva.

La ayuda alimentaria, proporcionada por el PMA, es una parte esencial del programa. “Proporcionar una comida nutritiva a los niños en las escuelas es a la vez un incentivo para que acudan a clase y les proporciona la energía necesaria para participar de forma activa”, inidicó Robin Jackson, responsable del Servicio de VIH-SIDA del PMA.