Un informe de la ONU afirma que una tercera parte de la población de los países más pobres permanecerá en la extrema pobreza en 2030.

El mundo de hoy es más rico, pero también más desigual que nunca

UNICEF/Wathiq Khuzaie
Un informe de la ONU afirma que una tercera parte de la población de los países más pobres permanecerá en la extrema pobreza en 2030.

El mundo de hoy es más rico, pero también más desigual que nunca

Derechos humanos

Un grupo de expertos de la ONU señala que la desigualdad es uno de los mayores retos de nuestra era y supone un obstáculo no solo para el desarrollo, sino una amenaza para la paz. Además, es una de las principales causas de la migración. Esa desigualdad en el desarrollo también es de género.

En vísperas del 32 aniversario de la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo el 4 de diciembre, nueve relatores y expertos* de la ONU en derechos humanos han hecho un llamado urgente para intensificar los esfuerzos para combatir la desigualdad económica y la discriminación.

“Hoy vivimos en un mundo más rico, pero también más desigual que nunca. Se están negando los derechos sociales y económicos a demasiadas personas en todo el mundo, incluidos los 800 millones que aún viven en la pobreza extrema”, declaran.

La desigualdad en los ingresos está en aumento, ya que el 10 por ciento más rico de la población mundial gana hasta el 40 por ciento del ingreso total. Algunos informes sugieren que el 82 por ciento de toda la riqueza creada en 2017 fue al 1 por ciento de la población más privilegiada económicamente, mientras que el 50 por ciento en los estratos sociales más bajos no vio ningún aumento en absoluto.

“La desigualdad y la discriminación son algunos de los desafíos que definen al mundo actual. No solo representan un obstáculo para la realización del derecho al desarrollo, sino que también se encuentran entre las principales amenazas para la paz, la seguridad y los derechos humanos en todo el mundo. Como tales, se encuentran entre los impulsores más fuertes para la migración”, aseguran.

Desigualdad de género

Las amplias brechas entre el empoderamiento económico y la oportunidad de las mujeres y los hombres también siguen siendo generalizadas en todo el mundo. Las desigualdades que enfrentan las mujeres en muchas áreas de sus vidas violan sus derechos a  participar, contribuir y disfrutar del desarrollo económico, social, cultural y político.

 Los expertos subrayan la necesidad crítica de promover sociedades menos desiguales y de mejorar la igualdad de oportunidades dentro de los países asegurando el cumplimiento de la distribución de los beneficios del desarrollo como marca la Declaración.

La igualdad y la no discriminación son garantías fundamentales en el núcleo del derecho internacional de los derechos humanos.

Hace más de 30 años, la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo reconocía que la desigualdad estaba socavando los derechos humanos de manera inherente.

Haciendo un llamamiento para un desarrollo más equitativo a nivel internacional y nacional, la Declaración destaca la importancia de asegurar la distribución justa de los beneficios del desarrollo y la igualdad de oportunidades para todos en su acceso, entre otros capítulos, a la educación, los servicios de salud, los alimentos y la vivienda. Sin embargo, esto sigue siendo una declaración de aspiración para una gran parte de la población mundial.

Igualdad en la desigualdad

Las demandas de justicia para el desarrollo en todo el mundo han permanecido sin respuesta. La desigualdad en el ingreso, el salario y la riqueza está plagando a los países desarrollados y en desarrollo por igual.

Según las cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la desigualdad de ingresos en sus países se encuentra en su nivel más alto en 50 años. El ingreso promedio del 10 por ciento más rico de la población es aproximadamente 9,5 veces más alto que el del 10 por ciento más pobre. La desigualdad de riqueza es aún más pronunciada, con el 10 por ciento superior que posee la mitad de la riqueza total, mientras que el 40 por ciento inferior tiene solo el 3 por ciento.

Estas disparidades son aún más marcadas en los países en desarrollo y en las economías emergentes.

Las desigualdades sistémicas integradas en la arquitectura económica global combinadas con la discriminación estructural, en función del sexo, el género, la edad, la discapacidad, la raza, el origen étnico, la religión y el estatus legal, económico o de otra índole, significan que muchas personas, minorías y grupos permanecen marginados. Totalmente excluido del desarrollo.

Esto no solo socava la dignidad humana, sino también el estado de derecho y la realización de todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.

Además, “las desigualdades en nuestro sistema de gobernanza global significan que los países que enfrentan mayores dificultades para implementar el derecho al desarrollo, especialmente los países menos desarrollados, los países afectados por el desplazamiento, los países en desarrollo sin litoral y los pequeños Estados insulares en desarrollo, se quedan atrás y son incapaces de disfrutar los beneficios del desarrollo sobre una base justa y equitativa”, indican.

El cambio climático  y la austeridad como agravantes

Lo que es peor, algunos se ven más retrasados ​​debido al impacto desproporcionado de las tendencias globales adversas, como el cambio climático, la degradación del medio ambiente, los peligros naturales o las políticas de austeridad impuestas como resultado de la crisis financiera y económica.

“Superar la desigualdad y combatir la discriminación no solo es una necesidad, sino que de hecho son obligaciones legalmente vinculantes. La igualdad y la no discriminación son garantías fundamentales en el núcleo del derecho internacional de los derechos humanos. Los Estados deben respetar sus deberes y combatir las diversas formas de discriminación y desigualdad para garantizar un futuro basado en un desarrollo justo, inclusivo y equitativo”, dicen los expertos.

El próximo año, los Estados informarán al Foro Político de Alto Nivel sobre cómo "Capacitar a las personas y garantizar la inclusión y la igualdad", lo que para los expertos supone una “oportunidad para promover el derecho al desarrollo, los derechos económicos y sociales, y para fortalecer la promoción de sociedades más igualitarias".

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Los firmantes de la declaración son Saad Alfarargi, relator especial sobre el derecho al desarrollo; Obiora C. Okafor, experto independiente sobre los derechos humanos y la solidaridad internacional; Livingstone Sewanyana, experto independiente en la promoción de un orden internacional democrático y justo; Dainius Puras, relator especial sobre el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental; Koumbou Boly Barry, relator especial sobre el derecho a la educación; David R. Boyd, relator especial para los derechos humanos y el medio ambiente; Felipe González Morales, relator especial para el derecho de los migrantes; Fernand De Varennes; relator especial para las cuestiones de las minorías; . Cecilia Jimenez-Damary, relatora especial sobre los derechos humanos de las personas desplazas internamente.

*Los Relatores Especiales de Naciones Unidas forman parte de los 'Procedimientos Especiales', el mayor órgano de expertos independientes en el sistema de la ONU para los Derechos Humanos, el cual reúne a los mecanismos de investigación y monitoreo establecidos por el Consejo de Derechos Humanos, con el fin de hacer frente a situaciones concretas en países o a cuestiones temáticas en todo el mundo. Los expertos de los procedimientos especiales trabajan de manera voluntaria; no son miembros del personal de las Naciones Unidas y no perciben ninguna remuneración por su trabajo como Relatores. Los relatores especiales son independientes de cualquier gobierno u organización y ejercen sus funciones a título individual.