Layla es una refugiada kurda de 111 años que viene de Siria. Llegó a Grecia con su familia a finales de 2017 y le han concedido asilo. Pero el último deseo de Layla es poder reunirse con sus nietas en Alemania.
El representante de la ONU en México para los derechos humanos, Jan Jarab, explica que, para poder solucionar el problema de la tortura, lo primero que tienen que hacer las autoridades es reconocer y aceptar su existencia.