Llegaron a Turquía con la idea de que se trataba de una situación temporal. La violencia interrupió sus estudios y hasta se llevó la vida de sus seres queridos. Siete años después, la guerra en Siria no termina y aunque todavía añoran su país, luchan por integrarse cada vez más en su comunidad de acogida, aprendiendo el idioma, accediendo a empleos y compartiendo con otros jóvenes como ellos.