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A más de 4000 metros de altura está Nuñoa, una ciudad remota rodeada por montañas, y la puna árida sin árboles, un ecosistema andino.
Las mujeres organizadas de Laraqueri en las alturas de Puno, poseen conocimientos ancestrales que les permite conservar la diversidad genética de las alpacas.
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La fibra de las alpacas Suri flamean en las alturas de Puno, mostrando su diversidad de colores y su caminar permite el rebrote de los pastos altoandinos.
Como resultado, Nuñoa es conocida como la capital mundial de la alpaca Suri, una raza de alpaca poco común, conocida por sus suaves y costosas fibras.
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Las mujeres de Laraqueri en Puno muestran su destreza y habilidad con las tijeras para esquilar sin dañar, ni causar heridas en la piel de las alpacas.
El proyecto “Evaluación, recuperación y conservación del germoplasma de la alpaca raza suri color” abrió el camino para una profusión de más de 60 proyectos en los siguientes años.
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Las mujeres rurales que trabajan en estos proyectos están mejorando sus medios de vida para el presente y asegurando el futuro de las próximas generaciones.
Santa Francisca Manzano recorre todos los días varios kilómetros buscando los mejores pastos altoandinos y mientras camina va hilando con esperanza su porvenir.
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En la comunidad de Cojata en Puno, hombres y mujeres se han convertido en expertos clasificadores de la fibra de las alpacas, separándolas por colores y calidad.
Otro gran logro del proyecto es que el precio de la lana de Suri de colores se ha incrementado hasta sobrepasar el de la Huacaya blanca, aumentando el valor de la alpaca Suri en el distrito.
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Las mujeres rurales que trabajan en estos proyectos están mejorando sus medios de vida para el presente y asegurando el futuro de las próximas generaciones.
Anastasio Mamani teje con sus manos gruesas las delicadas prendas elaboradas con finas fibras de alpaca, únicas en el mundo.
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Las mujeres altoandinas cantan y bailan al ritmo del viento, mostrando su gran vínculo con la tierra y con los recursos naturales que conservan.