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Alice Mamur, una joven de treinta y ocho años de la localidad de Wulu, en el centro de Sudán del Sur, aprendió el arte de la apicultura de su padre: “Estoy orgullosa de ser una mujer que trabaja con sus propias manos para ganarse la vida y ayudar a su familia”.
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Las apicultoras recolectan la miel del bosque utilizando métodos tradicionales, como las colmenas hechas de bambú.
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Alice Mamur dice que solía producir miel para consumirla en casa, como un ingrediente para la cerveza o un regalo de boda, pero ahora espera venderla en otros lugares.
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Uno de los mayores desafíos es llevar la miel al mercado. El conflicto, todavía en curso, hace que sea difícil utilizar las carreteras. Pero con el aumento de las patrullas de cascos azules en el área de Wulu, los caminos son más seguros y el comercio puede florecer.
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La población local tiene más confianza para moverse por la zona. Alice Mamur dice que se siente segura cuando ve a los efectivos de paz por ahí. Pero a veces, en la profundidad del bosque, se siente “acosada por hombres con pistolas. Nos roban la miel, nos pegan y, a veces, nos hacen otras cosas”.
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Las apicultoras de Wulu creen que puede existir un mercado siempre y cuando puedan transportar sus productos de manera segura.
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Como el primer Día Mundial de las Abejas tendrá lugar el 20 de mayo, indican que es importante consolidar la paz para que el negocio de la miel alcance su máximo potencial.